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Carmelo Jordá

El PSOE de Madrid, zona catastrófica

Estamos ante el Ejecutivo más arbitrario y prevaricador de la historia de la democracia.

Estamos ante el Ejecutivo más arbitrario y prevaricador de la historia de la democracia.
EFE

Me van a perdonar este madricentismo impenitente que sufrimos los que vivimos en Madrid y que nos hace pensar que lo que ocurre en nuestra ciudad no sólo es lo más importante que pasa en el universo, sino que interesa genuinamente a todo el mundo, vivan donde vivan.

Al menos tendrán que reconocer que damos el coñazo con cosas mucho más livianas que nuestros compatriotas barceloneses: lo miren por donde lo miren, más vale hablar de la nieve que de la independencia o de los presus politics, no me dirán que no.

Con esto me voy centrando en el tema del que quería hablarles hoy, que es obviamente lo que nos ha traído Filomena. A estas alturas habrán visto ustedes miles de imágenes de la nevada, pero me van a perdonar que les dé también mi testimonio personal: no es que nunca hubiésemos visto algo similar en Madrid, es que era ni siquiera pensábamos que fuese remotamente posible.

Ni los madrileños de a pie ni nadie, por eso el temporal nos ha pillado sin los medios suficientes para combatirlo, lo que, en contra de una opinión bastante extendida –no sé si mayoritaria–, me parece muy razonable: es mucho más lógico capear las consecuencias de una calamidad como esta cada seis décadas que gastarse todos los años lo que nos costaría tener quitanieves y personal suficiente para abordarla con eficiencia.

Eso sí, una vez asumimos que no nos queda más remedio que apretar los dientes y las palas y aguantar, lo que no es de recibo es que haya quien pretenda seguir como si no hubiera pasado nada. Lo digo, por supuesto, por la actitud de ese Gobierno que se pasó más de 24 horas desaparecido mientras la nieve ya cubría Madrid, cuyo presidente sólo salió de Moncloa un día después de que dejase de nevar y cuyo vicepresidente segundo todavía no ha dicho ni mu.

Honestamente, yo no sé si Madrid debe ser declarada zona catastrófica, ya que, afortunadamente, mi experiencia en catástrofes es muy limitada. Desde luego, basta con salir a la calle para saber que el impacto de esta nevada no es pequeño, pero se me escapan los tecnicismos. No obstante, sí tengo dos convicciones muy claras al respecto: la primera, que el Gobierno ha tomado la decisión antes de conocer el impacto real del temporal y por razones estrictamente políticas; y la segunda, que si en lugar de de Madrid estuviésemos hablando de una autonomía gobernada por el PSOE o por sus socios separatistas, se habría promulgado la declaración en el Consejo de Ministros de este mismo martes.

Pero estamos ante el Ejecutivo más arbitrario y prevaricador de la historia de la democracia, quizá el que más ha presumido de integrador y de promover “una España en la que cabemos todos", pero al mismo tiempo el que mayor desprecio e incluso inquina ha demostrado por una región concreta: Madrid. Ya desde el franquismo se había beneficiado a Cataluña y el País Vasco –que encima van de víctimas de la dictadura, hay que joderse–, pero una cosa es privilegiar a algunos y otra lo que está ocurriendo ahora: nunca se había perseguido con tanta saña a una autonomía.

Está claro que el sanchismo y el redondismo, valga la redundancia, creen que eso no les va a perjudicar electoralmente, y yo no estoy seguro de que no tengan razón, pero de nuevo dos cosas me parecen claras y evidentes: que nadie debería estar muy tranquilo porque hoy es Madrid pero mañana podría ser cualquier otra –excepto Cataluña y el País Vasco, claro– y que los que no nos vamos a olvidar de este trato somos los madrileños.

El PSOE de Madrid: eso sí que va a ser una zona catastrófica.

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