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Cayetano González

Ganas de votar

Las elecciones en Madrid el 4-M son la primera etapa de una carrera que tiene como meta botar al actual inquilino de la Moncloa.

Quién nos iba a decir hace sólo unos días que las maniobras de la factoría Redondo desde la Moncloa, con la inestimable colaboración de ese cadáver político que es Inés Arrimadas, serían el detonante de algo que ni la pésima gestión de la pandemia por parte del Gobierno ni la crisis económica consecuencia de ella habían conseguido: sacudir el tablero político nacional con una intensidad inimaginable hace muy poco tiempo. 

La decisión de Pablo Iglesias de ser el candidato de Podemos en las elecciones autonómicas de Madrid, y su consiguiente abandono de la vicepresidencia del Gobierno, es algo que, como ella ha reclamado, se debe agradecer a Isabel Díaz Ayuso, que al disolver la Asamblea de Madrid y convocar elecciones para el 4 de mayo ha sido la que ha provocado este terremoto que tendrá consecuencias no sólo para la Comunidad de Madrid sino para el presente y futuro de España. En Madrid, formalmente habrá unas elecciones autonómicas, pero en el fondo serán unas generales. Con la convocatoria de Ayuso y con la decisión de Iglesias, quien a día de hoy debería estar muy preocupado es Pedro Sánchez.

El martes 4 de mayo los ciudadanos censados en la Comunidad de Madrid van a tener la gran oportunidad de endosar la primera gran bofetada política al Gobierno social-comunista liderado por Sánchez. Hay muchas ganas de votar con v y de botar con b. Votar para evitar que la izquierda se haga con el Gobierno de una comunidad donde no gobiernan desde hace 23 años y botar al peor presidente que ha tenido España, en cerrada competencia con Zapatero

Isabel Díaz Ayuso se ha convertido en este último año, desde que se declaró el estado de alarma, en el símbolo de la resistencia a un poder político y mediático del que ha recibido todo tipo de ataques y descalificaciones, también personales. Por eso el 4 de mayo va a recibir un respaldo muy importante en las urnas, veremos si suficiente para gobernar en solitario, como parece que quieren y desean en la calle Génova, algo horrorizados ante la posibilidad de tener que necesitar a Vox, después del enorme error que cometió Pablo Casado con Abascal y su formación en el debate de la moción de censura contra Pedro Sánchez.

Los ciudadanos también perciben que el 4 de mayo va a ser una oportunidad para que empiece el declive político de Pedro Sánchez. Si el  PP, muy probablemente con el imprescindible apoyo de Vox, consigue mantener el Gobierno de la comunidad, las tornas habrán empezado a cambiar. Y todo por una moción en Murcia –da igual a estos efectos cómo acabe su tramitación– que tenía como razón de ser arrebatar al PP otras comunidades donde gobierna, debilitar el ya de por sí frágil liderazgo de Casado y, en ese escenario, convocar en un plazo razonable unas elecciones generales que encumbrarían a Sánchez, garantizándole cuatro años más en el poder. Todo eso se ha ido al traste por la chapuza de Murcia y por la convocatoria de elecciones en Madrid. Además, la fuga de Iglesias del Ejecutivo le complica más a Sánchez, porque el líder de Podemos será fuera del Gobierno, ya lo era dentro, una auténtica mosca cojonera.

Todavía hay mucho trecho que recorrer para que la alternativa de centro-derecha que necesita España sea una realidad. Dando por descontado que Ciudadanos está muerto, esa alternativa sólo puede pilotar en torno a PP y Vox. Casado tiene que rectificar, por la vía de los hechos, la estrategia de ruptura con el partido de Abascal que expuso en la moción de censura, y Vox tiene que priorizar la construcción de esa alternativa frente a cualquier otro objetivo, porque es lo que necesita urgentemente España. Las elecciones en Madrid el 4-M son la primera etapa de una carrera que tiene como meta botar al actual inquilino de la Moncloa.

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