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Cayetano González

La operación Illa

¿A qué va Illa a Cataluña? Lisa y llanamente, a ser una pieza más o menos importante –dependerá del resultado electoral– de la estrategia de Sanchez.

Pedro Sánchez sigue avanzando, sin prisa pero sin pausa, en su proyecto de demolición del régimen constitucional. Uno de los granos surgidos en los últimos años a ese régimen fue el desafío al Estado lanzado por los partidos independentistas de Cataluña, que tuvo su punto álgido en la aprobación de las leyes de desconexión en el Parlamento de Cataluña el 8 de setiembre de 2017 y en el referéndum ilegal del 1-O de ese mismo año.

En ese contexto de lo que la doctrina sanchista denomina “el problema político de Cataluña” se inscribe la candidatura del hasta este martes ministro de Sanidad, Salvador Illa, a la Presidencia de la Generalitat en las elecciones autonómicas previstas para el 14 de febrero. 

¿A qué va Illa a Cataluña? Lisa y llanamente, a ser una pieza más o menos importante –dependerá del resultado electoral– de la estrategia de Sanchez. Con su candidatura, Illa ha pasado a formar parte de un puzle complicado, enrevesado, diseñado en Moncloa para intentar reconducir el conflicto creado en los últimos años por los independentistas –que tuvo su punto de arranque en la Diada de 2012–, para lo que el actual presidente del Gobierno, aunque en su momento apoyó a regañadientes la aplicación del artículo 155 de la Constitución por parte del Gobierno de Rajoy, tiene su propia receta: dar satisfacción, de una manera u otra, a las aspiraciones de quienes han desafiado de una forma tan evidente al Estado de Derecho.

Aunque algunos de sus actores ya lo están negando –ya se sabe que en campaña vale todo–, si los números dan en la noche del 14-F habrá una alianza de izquierdas entre el PSC, ERC y Podemos. Obviamente, no será indiferente para la concreción de esa fórmula quién quede primero, si los socialistas o los de Junqueras, aunque tampoco hay que dar ya por amortizados a los de Puigdemont, a los que las encuestas siempre otorgan menos votos de los que luego obtienen en las urnas. 

Para Sanchez sería una buena noticia que su hasta ahora ministro de Sanidad fuera el candidato de la lista más votada y por tanto tuviera la legitimidad que dan las urnas para aspirar a la Presidencia de la Generalitat. Pero tampoco le importaría mucho si fuera ERC la que, en razón de los votos y escaños, reclamase para sí esa responsabilidad. Al fin y al cabo, no conviene enfadar mucho a quienes son tus socios prioritarios en el Congreso de los Diputados, que miran con recelo la apuesta de Sánchez por Illa y las maniobras que haya podido haber para que las elecciones se celebren dentro de veinte días y no en mayo, como era el deseo de los de Junqueras.

Lo preocupante para los españoles es lo que previsiblemente va a suceder después de las elecciones catalanas, sea presidente de la Generalitat Salvador Illa o el candidato de ERC, Pere Aragonés. De entrada, el indulto a los políticos catalanes presos que intentaron dar un golpe de Estado. Esos indultos llegarán antes del verano. Y a partir de ahí, retomar la mesa bilateral de negociación para buscar una ‘solución’ política, que los independentistas exigirán que pase por un referéndum vinculante sobre el futuro de Cataluña.

Y el problema es que en la Moncloa está instalado un personaje que, como ha demostrado con creces, con tal de permanecer en el poder, es capaz de hacer cosas inauditas en nuestra historia reciente, como pactar y considerar un partido más al de los herederos políticos de ETA; o, en el caso que nos ocupa de Cataluña, tener como socios parlamentarios a quienes no ocultan que su objetivo es volver a intentar romper el orden constitucional a través de la declaración de independencia de una parte de España. En ese marco, Illa le viene bien a Sanchez porque será una persona leal a lo que le pida su jefe.

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