Menú
Cristina Losada

De espías y bocazas

El Gobierno ha preferido dejar en entredicho la seguridad nacional antes que soportar la presión del separatismo.

El Gobierno ha preferido dejar en entredicho la seguridad nacional antes que soportar la presión del separatismo.
Margarita Robles, ministra de Defensa. | EFE

Sólo Angela Merkel estuvo a punto de reconocer que la NSA había entrado en su teléfono móvil. Fue en 2013. Lo había dicho Snowden, refugiado donde Putin, por cierto. Pero al final lo único que se aceptó oficialmente es que Merkel le había pedido explicaciones a Obama, y ya fue mucho. En fechas más recientes, el Gobierno británico ha rehusado confirmar las noticias de que habían hackeado con Pegasus dispositivos relacionados con el primer ministro y el Foreign Office. Tampoco el Elíseo reconoció que el móvil de Macron hubiera sufrido alguna intrusión. En nuestro entorno, ningún jefe de Gobierno o de Estado supuestamente afectado por ese spyware lo ha admitido de forma explícita. Ninguno, es decir, salvo el presidente Sánchez.

Hay buenos motivos para no confirmar esta clase de brechas de seguridad. Esos buenos motivos no han frenado al Gobierno de España, que acaba de proclamar urbi et orbi que es vulnerable. Ni siquiera se ha dejado en el tintero que le robaron cierta cantidad de información. Al presidente y a la ministra de Defensa, nada menos. El Gobierno tampoco se ha limitado a sugerir que es cierta alguna noticia publicada, sino que ha tomado la iniciativa de hacer público y notorio un fallo de seguridad al más alto nivel. Lo usual y lo prudente es que los Gobiernos reaccionen a noticias de espionaje como el Foreign Office tras la supuesta intrusión de Pegasus: "No hacemos declaraciones sobre asuntos de seguridad". Lo insólito es que salgan a decir: mirad, mirad, somos tan inútiles que nos espiaron y nos sacaron información confidencial.

Así que esta era la sorpresa de la que hablaba Margarita Robles. Porque Robles, asediada por Podemos, por los separatistas y por todos los socios del Gobierno, dijo días atrás que "muchos de los que ahora dan lecciones tendrán que callarse" y se van a llevar "una sorpresa". Robles lo sabía. Los socialistas del Gobierno lo sabían. ¿Desde cuándo? Ah, eso no lo dirán. Va a ser el único secreto que mantendrán en secreto. A este paso no quedará ningún secreto oficial para airear en la comisión de secretos oficiales. Tanto cambiar súbita y arteramente las reglas para constituirla y meter a Bildu y Esquerra, y el secreto más sugestivo que podían revelar allí resulta que lo cantan delante de las cámaras de televisión.

El affaire Pegasus está envuelto en sombras, pero los motivos del Gobierno para anunciar que fue víctima de espionaje con Pegasus son excesivamente claros. Ha preferido dejar en entredicho la seguridad nacional antes que soportar la presión del separatismo. Una evidencia más de cuál es el orden de prioridades vigente.

Temas

En España

    0
    comentarios