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Cristina Losada

Dos formas de suicidio

De ahí que el referéndum que propugnan sea, en realidad, un referéndum sobre nuestra continuidad en el euro. Aunque eso lo escamotean. Pretenden hacer creer que se puede tener la ayuda de la eurozona y ninguna obligación respecto de ella.

Ahora que en Grecia ya no hay huelgas y movilizaciones descontroladas, aunque el país siga padeciendo sus efectos en forma de notable descenso del turismo, hay fuerzas decididas a montarla a la griega en España. Mejor dicho, a la española, que no será la primera vez ni la segunda que en los trances críticos se intenta ganar desde la calle lo que no se ha ganado en las urnas. Pero el modelo griego viene al caso a la vista de esa propuesta de referéndum que han lanzado las centrales mayoritarias. Su precedente es un ardid de Papandreu, el último que el destino, en forma de presión euroalemana, le iba a permitir al presidente socialista. Puesto entre la espada y la pared, quiso someter a plebiscito el plan de ajuste diseñado en concordancia con Bruselas, y esa fue la gota que colmó el vaso. Un vaso rebosante de incumplimientos. Papandreu se vio obligado a dimitir y el parlamento hubo de prestar cobertura a un gobierno de cariz tecnocrático.

Hay sospechas de que la leal oposición sueña con una maniobra de ese calibre en España y, a esa luz de gas, quizá la idea de Toxo y Méndez no sea una broma, como parece, sino un globo sonda. A ver si cuaja en la opinión pública una tal rebelión contra lo real y lo posible, que no representa otra cosa un rechazo cerril de los ajustes que impone nuestra pertenencia a la eurozona y el acceso a su ayuda financiera. Dado el estado comatoso de nuestras cuentas públicas y el gravoso legado de las cajas de ahorro, en las cuales los grandes sindicatos tuvieron su presencia y no gratis et amore, no hay sino dos opciones: tomar la medicina o abandonar el recinto. De ahí que el referéndum que propugnan sea, en realidad, un referéndum sobre nuestra continuidad en el euro. Aunque eso, claro, lo escamotean. El mismo fraude que pretendía Papandreu. Hacer creer que se puede tener todo en esta vida: la ayuda de la eurozona y ninguna obligación respecto de ella.

Los dos jefes sindicales sostienen que la política del Gobierno es "suicida en términos económicos", y en consecuencia plantean que nos suicidemos de otra forma. Es cierto que los recortes, a corto plazo, contraerán la economía; ahora bien, rehusar su aplicación conduce igual al hundimiento y, de premio, a la puerta de salida. Exitus.

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