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Cristina Losada

El efecto Iglesias y el efecto Errejón

La resistencia electoral de Más Madrid que predice el CIS semeja tan inverosímil como la entrada triunfal en el Congreso que pronosticaron al invento de Errejón en noviembre de 2019.

La resistencia electoral de Más Madrid que predice el CIS semeja tan inverosímil como la entrada triunfal en el Congreso que pronosticaron al invento de Errejón en noviembre de 2019.
Íñigo Errejón y Pablo Iglesias, en una imagen de archivo. | EFE

Ha levantado polémica la encuesta preelectoral del CIS en Madrid por la asignación de escaños, asunto técnico que mantiene entretenidos a demóscopos profesionales y aficionados y que vuelve a poner en cuestión la credibilidad del instituto que dirige Tezanos. Pero la auténtica sorpresa de la encuesta está, en realidad, en otra parte, y más exactamente en la competición entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, cuya pelea política y personal se traslada a la arena electoral madrileña, esta vez sin paños calientes. Iglesias ha puesto allí en juego su prestigio personal frente a sus antiguos compañeros de partido, después de recibir un no rotundo y agresivo como réplica a su propuesta de ir en coalición electoral. Y resulta que ese paso adelante de Iglesias, según el CIS, no es más que un pequeño paso, un pasito de nada que sólo libraría a Podemos de hacer el ridículo, pero no que no le permitiría remontar el sorpasso de Más Madrid.  

La predicción que hace el CIS, con sus cuatro mil encuestas, implica que la irrupción de un Iglesias Turrión recién apeado del despacho vicepresidencial no va a tener, ni de lejos, el efecto esperado y deseado. No servirá para multiplicar sus votos, no provocará el entusiasmo de la izquierda alternativa y no podrá modificar la correlación de fuerzas con su rival directo. Eso dice el CIS y lo que dice, además de sorprender, nos lleva a preguntarnos qué tendrán unos que no tenga el otro, cuáles son y dónde están las diferencias y qué hace que en Madrid, nada menos, pueda Iglesias quedar de segundón del partido de su ex número dos.

El pronóstico complacerá a muchos, pero no tiene lógica. En su propio campo, lo esperable es que Iglesias tenga más predicamento. Que sean su figura y su personaje los que arrastren a los votantes de esa izquierda extrema que no votaría nunca por el PSOE y mucho menos por Gabilondo. Ciertamente, hay indicios de que los dirigentes de la nueva política se queman y arden hasta la irrelevancia, víctimas de sí mismos, en tiempo récord, mucho antes que los de la vieja política. Es posible que esos líderes y sus partidos tiendan a caer a la misma velocidad que subieron, y algo de eso ya hemos visto. Pero ¿por qué no ha de pasarle lo mismo al partido de Errejón, que es el humo elevado al cuadrado?

La resistencia electoral de Más Madrid que predice el CIS semeja tan inverosímil como la entrada triunfal en el Congreso que pronosticaron al invento de Errejón en noviembre de 2019. Un mes antes se hablaba del efecto Errejón con pasmo y arrebato: aquello lo iba a cambiar todo. Y eso sin haber hecho otra cosa que ponerse medio disfraz ecologista, ahora ya en el fondo del armario, y unas gotas de chic radical. Resultado: tres escaños, uno de ellos de Compromís. Pero había una explicación política para tanto entusiasmo prefabricado. Al PSOE le interesaba dividir el voto de Podemos, y el instrumento cortante era la escisión errejonista. A la vista de la escasa fidelidad de voto a Más Madrid que daban hace poco los sondeos, se diría que estamos, de nuevo, ante la misma operación. Como decían los clásicos, divide et impera

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