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Cristina Losada

Merkel es la buena

Las reglas del agit-prop produjeron un retrato de Merkel como la bruja del cuento, la inflexible y despiadada causante del sufrimiento del pueblo griego.

Las reglas del agit-prop produjeron un retrato de Merkel como la bruja del cuento, la inflexible y despiadada causante del sufrimiento del pueblo griego.

En su primera entrevista con Alexis Tsipras, el presidente del Parlamento Europeo, el socialdemócrata alemán Martin Schulz, le recomendó que bajara el tono de su retórica contra Merkel. Los ataques contra la canciller y los alemanes podrán gustar a algunos, declaró, pero son "cortoplacistas". Dicho de otra manera, la agitación en casa perjudica las negociaciones fuera. Syriza conoce seguramente muy bien al electorado griego, pero mostró un palmario desconocimiento del alemán, y no del de uno, sino de los dos grandes partidos que gobiernan en coalición. O lo desconoce o le importa un pimiento, en eso como a tantos a los que hubo que recordar lo obvio: en la Eurozona no sólo votan los griegos ni únicamente vale su mandato electoral. No es que no cuenten las elecciones en un país: es que cuentan las elecciones en todos los países miembros.

El Parlamento alemán vota este viernes el acuerdo alcanzado en el Eurogrupo para extender cuatro meses la asistencia financiera a Grecia. Se prevé que 22 diputados de la CDU-CSU voten en contra y cinco se abstengan. No llegan ni al diez por ciento de los 311 diputados del grupo y no inclinarán la balanza frente al apoyo del resto, al que hay que sumar el del SPD y otros partidos. Pero serán el doble de disidentes que hubo cuando se sometió al Bundestag la extensión del rescate de Grecia en noviembre de 2012. Y hay más diputados críticos. Todo ello es reflejo de un sector de la opinión pública alemana que confía poco en que Tsipras haga aquello a lo que se ha comprometido. Vapulear a Merkel y a Alemania no ha ayudado a remontar una desconfianza ya generada por anteriores Gobiernos griegos.

Las reglas del agit-prop, que ésas sí las cumple Syriza, produjeron un retrato de Merkel como la bruja del cuento, la inflexible y despiadada causante del sufrimiento del pueblo griego. Un retrato, huelga decir, que nada tiene que ver con la realidad. Pero durante estas negociaciones fue el ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, el señalado como malo de la película. Lo fue por decir que los de Tsipras no lo iban a tener fácil a la hora de explicar el acuerdo suscrito a sus votantes. Que le habían dicho a la gente algo completamente diferente en la campaña y después. Y que hay muchas dudas en Alemania sobre que el Gobierno griego cumpla.

Con el doble rasero habitual, le llovieron reproches a Schäuble por hacer declaraciones que torpedeaban el acuerdo mientras se pasaban por alto las bravatas de Tsipras. Se olvidaba, una vez más, que Schäuble, igual que Tsipras, tiene un electorado, unos ciudadanos ante los que responder, y un partido. A los escépticos sobre lo apropiado de extender la ayuda financiera a Grecia, a los que no creen en la voluntad del Gobierno griego de hacer reformas en su economía, Schäuble les enviaba el mensaje de que él es tan escéptico y desconfiado como ellos, y que velará por el cumplimiento del compromiso. Más aún, en lo esencial de este asunto coinciden los dos grandes partidos alemanes. Si Schäuble sentenció que no son realistas "las promesas electorales a cuenta de terceros", Schulz dijo que "el resto de Europa no puede financiar las promesas electorales de Tsipras". Y ambos tienen razón.

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