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Daniel Blanco

Benítez se olvidó de sí mismo

Ahora le toca a Benítez hacer un equipo, jugar algo al fútbol porque el Madrid hasta ahora no lo ha hecho.

Ahora le toca a Benítez hacer un equipo, jugar algo al fútbol porque el Madrid hasta ahora no lo ha hecho.

Optó por no ser el entrenador de siempre, por no ser él mismo, por abandonar sus ideas en un día inapropiado para hacerlo. Justo cuando delante está un portento de equipo, justo la tarde en que no debería haberlo hecho. Rafa Benítez hizo caso a la afición que le pedía estos días ser más ofensivo, ser valiente. Que le suplicaba dejarse de corsés y tirar la casa por la ventana. Hizo caso a alguna prensa que llenaba de portadas la conveniencia de que la BBC jugara en un dia tan importante.

El técnico madrileño puede ser cualquier cosa. Pero no es un torpe, es un gran entrenador de fútbol. Puede ser defensivo, metódico, calculador, obseso del trabajo. Cualquiera de esas virtudes no es mala, ninguna de ellas. Pero lo que no es Benítez es un entrenador que haya abandonado sus ideas nunca. Menos el otro día. Extraño. Sobre el tapete del Bernabeu, un equipo que no tenía el sello Benítez, un equipo partido (enorme la foto que ilustra la crónica de Sergio Valentín en Libertad Digital, donde se observa perfectamente la ausencia del centro del campo). El Madrid fue el sábado un títere indecente a las órdenes de un gran Barcelona. Y todos, en el Bernabeu, ante la gran pregunta. ¿Por qué no jugó Casemiro si lo había hecho en diez de los doce partidos de Liga?

No tengo clara la contestación. Debe responder a una cuestión de entrenador. Pero por más que pienso, más le doy vueltas. He dejado un día de reposo para que alguno me ilumine. No lo consiguen. Casemiro no jugó porque hay gente que considera demasiado defensivo ese equipo, ahora que todos están recuperados. Claro está que Modric, James, Kroos, Benzema, Bale y Cristiano deben jugar. Han costado demasiado para dejarles en el banquillo. Cuando todos estuvieran bien, como sucede ahora, alguien de los que estaba jugando debería ser suplente. El sentido común te dice que nunca debe ser Casemiro, justo el tipo que te otorga más equilibrio, el único en la plantilla capaz de hacer a la perfección ese trabajo ingrato.

Ahora le toca a Benítez hacer un equipo, jugar algo al fútbol porque el Madrid hasta ahora no lo ha hecho, ha vivido de esa verdad a medias que es permanecer invicto en la Liga sin jugar demasiados partidos complejos. Esa especie de burbuja a punto de romperse cuando ves que el equipo ha sufrido en defensa en muchas ocasiones. Ese espejismo que se empezó a derrumbar la noche del PSG en el Bernabeu, con un baño de fútbol parecido al del otro día pero sin pegada rival, y que se destruyó de golpe hace dos semanas en Sevilla y el sábado ante el eterno enemigo.

No lo tendrá fácil Benítez. Tiene que acomodar a todos para que el equipo esté a gusto, pero esa idea rompe el equilibrio. Tiene muchas tareas el madrileño. Decirle a Danilo que sea un Carvajal o, en su defecto darse cuenta de que tiene que jugar el canterano. Tiene que hacer algo con Kroos, una sombra de lo que era, acomodar a Bale, animar a Benzema y decirle a Cristiano, aunque sea imposible, que no puede permitirse las infames últimas actuaciones ante buenos rivales. Que no puede ser un jugador de cuatro goles al Shaktar y cinco al Espanyol. Me temo que será una ardua labor. Como todo lo que le queda a Benítez en ese banquillo.

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