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Daniel Blanco

La sombra de Diego Costa

No volvió nunca el Diego Costa que se fue. Marcó goles, faltaría más, es el gen de cualquier delantero. Pero siempre pareció una sombra de lo que fue.

No volvió nunca el Diego Costa que se fue. Marcó goles, faltaría más, es el gen de cualquier delantero. Pero siempre pareció una sombra de lo que fue.
Diego Costa acumula una racha nefasta. | EFE

En mayo de 2014 las dudas le asaltaron muy seriamente. Se mezclaban las sensaciones. La alegría de pertenecer a un Atlético campeón de Liga y finalista de Champions con la decepción de no haber podido ayudar al equipo ninguno de los dos días claves. Jugó sólo 14 minutos el día de la decisión de la Liga, en el Camp Nou y forzó para llegar a Lisboa, pero aguantó sólo diez minutos. Los infortunios pesaban como una losa. Seis meses antes, con sus agentes en un despacho de Madrid, decidió que su etapa en el Atlético iba a terminar. Firmó un precontrato con el Chelsea y en mayo se tuvo que marchar a riesgo de pagar una importante multa de penalización

Costa se fue a Londres pensando en que sería lo mismo y da la sensación, por los resultados últimos y por estos años de alegrías rojiblancas, que fuera hace más frío que a la vera de Simeone. El de Lagarto tomó la decisión de marcharse pero lo hizo por unas mejoras económicas considerables, y lo hizo abandonando el barco de un equipo campeón.

Con tres años de altibajos en el Chelsea a las órdenes de Mourinho, de Guus Hiddink y de Antonio Conte, a Diego Costa le empezaron a entrar las ganas de volver cuando peor le fueron las cosas por allí. Mourinho le dio cariño y Hiddink comprensión para encontrar los espacios que a él le gusta tener. Conte le acogió primero para acabar a palos después. En invierno de 2017, a punto de llegar a navidad llamó de nuevo a las puertas del Atlético.

Pero no volvió nunca el Diego Costa que se fue. Marcó goles, faltaría más, es el gen de cualquier delantero. Pero siempre pareció una sombra de lo que fue. Nunca le volvieron a sonreir rachas goleadoras como la del año del título de liga. A Costa le miraron siempre con la reticencia de quien vuelve agachado, arrepentido, quizá, de lo que hizo un día.

Este año el espectro que deambula por lo estadios es alarmante y llama la atención la fe ciega de Simeone, que ha sustituido más a Morata y Joao Felix que al hispano-brasileño. Ya no es una cuestión de racha goleadora, inexistente hace ya año y medio (dos goles en Liga en nueve meses). Es la sensación de que no está, no aparece, no llega, la convicción de que la forma física no es adecuada. Pero el Cholo le sigue poniendo.

No es una reflexión esta que cuestione la calidad de Costa. Verá portería tarde o temprano y parecerá que este artículo es una crítica. Sólo digo que hay que ir más allá. Tengo la sensación de que le pasa algo porque el problema es la actitud no la aptitud, que la tiene y toda la del mundo. Es una cuestión de no poder realizar el juego que a él le gusta porque la rapidez ya no es la misma y eso es un problema serio para Costa que vive, o vivía, de eso.

No dudamos de él, las condiciones las tiene siempre. Como dijo el Cholo recientemente "Costa tiene unos números anormales en su carrera", pero el problema es que el Costa del último año y medio es impropio de su carrera, ya no es el jugador por el que muchos se subirían al barco atlético. Dudamos ahora si la decisión de marcharse se la han perdonado algunos aficionados y concluimos que ya no es aquel al que se le permitía todo cuando el carácter en el campo era una virtud en lugar de un defecto. Costa se fue por dinero y de un equipo hecho. Volvió años después a un equipo más hecho aún, pero la gente ya no le mira igual.

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