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David Jiménez Torres

Casasola y Bajo Ulloa: La conspiración de los necios

EL MUNDO DEL CÓMIC
Casasola y Bajo Ulloa: la conspiración de los necios
David Jiménez Torres



Lo del Salón de Granada es algo que intentas tomarte con calma. Es algo que intentas mirar de todos los lados posibles, analizar imparcialmente, comprender las posturas de todos los protagonistas... pero, después de dos semanas, sigues sin creértelo.

Todo comenzó con un bonito e inocente Salón de Granada, con invitados de lujo como son Peter Bagge, Mochizuki, Carlos Pacheco o Jesús Merino. El evento transcurrió con normalidad hasta la imprescindible entrega de premios del Salón, que se celebró en el edificio de La Chumbera. Allí, en el momento en que el presentador leía los nombres de los ganadores, asaltaron el escenario unos fantoches vestidos de talibanes, liderados por un hombre que clamaba ser Osama Bin Laden en persona, y se hicieron con el control de la función.

“Bin Laden” dirigió un discurso al público, cuyo tema, cómo no, era la completa destrucción de occidente, y, acto seguido, se dedicó a quemar fotos de Federico García Lorca, la Rosa de Operación Triunfo, el Real Madrid, el Barcelona, y, para rematar, la mismísima Virgen de las Angustias (patrona de Granada). Acto seguido, estrelló un avión de papel contra unas Torres Gemelas en miniatura.

Pero la gracia no acabó ahí: una mujer, que hasta entonces había vestido un burka, empezó un striptease íntegro ante los atónitos ojos del público. Tras esto procedió a realizarle una felación a uno de los “talibanes”, y los dos comenzaron un coito de diez minutos. Todo esto, mientras sus compañeros cantaban y bailaban. Al final, el “talibán” mostró su pene al publico, tras lo cual todos se bajaron del escenario y huyeron.

Escándalo, claro. Todos los medios de comunicación han hecho eco de esta noticia, e inmediatamente se pidieron explicaciones. ¿La Junta de Andalucía? Ellos no habían sido informados de esto. ¿La Diputación de Granada? Nada ¿El Ayuntamiento? Tampoco. ¿Alejandro Casasola, director del Salón? Él sí.

Por lo visto el espectáculo había sido organizado por el director de cine Juanma Bajo Ulloa, y respaldado por el tal Casasola. En palabras de éste, la gala fue un espectáculo adecuado para lo que se trataba: dignificar la entrega de los premios del cómic. Cuando Bajo Ulloa me comunicó el contenido de la ceremonia, me pareció acertado y nunca pensé en censurar algunas de las parodias porque el cómic es transgresión, ruptura y en cierta forma provocación. Resulta peligroso conducir a la cultura por el camino de lo políticamente correcto y me parece criticable el pensamiento único. Ha sido la mejor gala –sobre cómic- que se ha celebrado en Granada y en España. El hecho de que se hable del espectáculo supone ya un éxito.

Buena, aquí tenemos el típico caso de un imbécil cuya estupidez no le ha impedido ascender a una posición desde la cual pueda difundir sus idioteces. O sea, que el señor Casasola, como veía que el cómic no tiene mucha popularidad en nuestro país y quería dignificar la entrega de premios (¿dignificar qué? ¿porque a usted no le gusten estas ceremonias significa que tiene derecho a organizar estas cosas? ¿y si, para “dignificar” la entrega de medallas en los Juegos Olímpicos, se montara algo similar?), decide organizar un espectáculo memorable. Y cuando Bajo Ulloa le dice que dicho espectáculo consistirá en quemas de fotos de iconos granadinos, un striptesase y un coito de diez minutos, Casasola considera que es adecuado porque el cómic es transgresión, ruptura y en cierta forma provocación. ¿Pero de qué está hablando este hombre? ¿Ha leído un tebeo en su vida? ¿Desde cuando el mundo del cómic va de reírse de la tragedia del 11-S y mostrar sexo gratuito?

A ver si se entera, señor Casasola: a mí no me molestaría su pequeña broma si usted no la hubiera hecho en un acto público, pagado con dinero del estado, y ante gente que había asistido esperando una entrega de premios normal. Hay personas que se preocupan por el mundo del cómic, que mantienen la ilusión de que algún día sea tan aceptado como la pintura o la música, y su pequeña bromita no les (nos) ha gustado. Todo el cómic ha quedado mal porque usted ha decidido airear su idiotez con un espectáculo de increíble mal gusto que ha tenido su eco en todos los medios de comunicación. Y encima, usted se siente satisfecho porque todo el mundo lo comenta. A ver, si usted se hubiera encadenado a las puertas del ayuntamiento, derribado algún edificio, o asesinado a todos los asistentes al Salón, la gente también lo comentaría; una de las cosas que probablemente no aprendió de pequeño, como el resto de todas las personas, es que el que todos comenten su estupidez no debería satisfacerle.


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