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David Vigario

Juego de Tronos en Extremadura

El PSOE extremeño es un avispero absolutamente caótico.

"El cambio empieza hoy". No por manida, esta frase con la que cerró Vara su discurso de moción de autocensura –no se puede denominar– es baladí. Está dirigida directamente a los suyos, al PSOE, al polvorín que se avecina en las filas de un partido que no está acostumbrado a perder en Extremadura. Y ya van dos elecciones consecutivas (sobre todo la histórica derrota de las autonómicas, que les dejó sin el omnívoro poder después de 30 años ininterrumpidos, casi siempre con mayoría absoluta; pero también luego los siguientes comicios nacionales, lo nunca visto por estas tierras). Y puede llegar una tercera, en las europeas.

Si a todo eso se une el ridículo más espantoso provocado por una moción de censura planteada fuera de lugar y por intereses sólo personales y partidistas, a menos de nueve meses de disolverse el Parlamento regional, la situación ha comenzado ya a ser angustiosa para un Vara que estaba herido por las encuestas pero que ahora se ha cavado él solito –y si ha sido con la complacencia de Ferraz aún peor– su propia fosa política.

¿Es más torpe Vara que cualquiera de los demás mortales que de forma unánime pensábamos que su planteamiento era un error estratégico de bulto, cuando era imposible un cambio de postura de IU? ¿Por qué lo ha hecho, entonces? ¿Quería adelantar así su salida como líder extremeño del PSOE, al tener mínimas opciones de ganar las elecciones de dentro de un año? Éstas y otras preguntas similares se han formulado estos días no sólo desde Extremadura sino desde toda España. Y precisamente por esa vía llegan las respuestas.

Lo novedoso de su Gobierno y las circunstancias que le condujeron al poder –con esa abstención de IU tan incomprensible para muchos pero para casi nadie en Extremadura, donde esta coalición ha sido una víctima más de la prepotencia socialista, cuando manejaban las instituciones como propias y para toda la vida– llevaron a Monago a convertirse con el paso del tiempo no ya en un accidente o en un mera anécdota simpática con caducidad –como estaba convencido el PSOE–, sino en un líder que ha cultivado su figura dentro y fuera de esta tierra.

El que Vara ahora realice este movimiento a lo Juego de Tronos, como lo calificó el líder de IU, Pedro Escobar, sólo tiene la intención de recuperar el foco mediático perdido durante tres años. Y habrá que reconocer que lo ha conseguido durante una semana, o mejor dicho hasta el domingo pasado, cuando los órganos de IU le dieron otro revolcón, como en junio de 2011. Pero esa notoriedad tan efímera, ¿le ha merecido la pena? La impresión es que todo lo contrario y que realmente se le ha visto como un oportunista que, a toda costa, por encima de los intereses de los extremeños, quería recuperar cuanto antes, aunque fuera por la puerta de atrás, lo que los socialistas consideran suyo: el poder.

El segundo objetivo también era evidente: desgastar a IU, ponerla de nuevo contra la pared, aglutinar para sí todo el descontento radical, visualizar que teóricamente son la única oposición, extremarse a la izquierda en un duelo por evitar que la fuga de votos continúe en caída libre hacia el partido de Escobar, que en estos momentos doblaría en escaños y votos sus ya de por sí buenos resultados de hace tres años (tres diputados).

Rehén de un avispero absolutamente caótico como es el PSOE de Extremadura, con los cuchillos ya afilados desde hace tiempo, Fernández Vara apostó por el todo o nada, víctima de la presión de la vieja guardia, que quería regresar al poder a toda cosa, porque tres años son muchos fuera de la poltrona, y no digamos más otros cuatro que se pueden avecinar. Para eso rompe el tablero, se lleva la pelota, ya no juega más, como cualquier niño enfadado… Por eso, el problema para Vara es saber realmente si cuando dijo aquello de "Hoy comienza el cambio" se refería realmente al cambio de tronos dentro de su propio partido… porque en esa serie de televisión se cortan muchas, demasiadas, cabezas…

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