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EDITORIAL

Bildu y las 'acumulaciones'

Una historia tan siniestra como la de ETA no puede terminar así, con los asesinos piafando. Obtuvieron réditos por matar y van a obtenerlos por dejar de hacerlo.

Mientras la Fiscalía sigue acumulando pruebas de algo que el propio Ministerio Fiscal, el Gobierno, los partidos políticos y hasta los ciudadanos comunes saben de sobra, lo cierto es que la franquicia de ETA, Bildu, ocupa un espacio cada vez mayor en las instituciones, y el número de aquellos que justifican esa presencia e incluso tienden vergonzosos puentes con los representantes de los asesinos parece no dejar de crecer.

Mientras la Fiscalía sigue acumulando pruebas, lo cierto es que las declaraciones y los gestos que suponen una humillación para las víctimas se multiplican; el último, en forma de manifestación por las calles de Bilbao, no encontró juez alguno con el suficiente coraje para prohibirlo.

Mientras la Fiscalía sigue acumulando pruebas, la sensación entre los demócratas que más y mejor han luchado contra la siniestra estrategia de ETA, como María San Gil, Regina Otaola o Nicolás Redondo Terreros, y entre las asociaciones que han dado cobertura a las víctimas y plantado cara a los asesinos, como la AVT o VCT, es de desánimo y desesperanza.

Mientras la Fiscalía sigue acumulando pruebas, la seguridad de que no hay la menor intención de usarlas es creciente. Asimismo, se desvanecen las esperanzas de que el cambio de Gobierno supusiese, en el campo de la lucha contra el terrorismo, algo sustancialmente distinto de ver a distintas personas aplicando la misma política.

Estamos ante la voladura de las instituciones que deberían velar por el cumplimiento de la ley y ante un fracaso nacional trágico: una historia tan siniestra como la de ETA no puede terminar así, con los asesinos piafando. Obtuvieron réditos por matar y van a obtenerlos por dejar de hacerlo.

Ni los partidos, ni los Parlamentos, ni el Gobierno ni, por supuesto, la Fiscalía están asumiendo su responsabilidad, que no es otra que defender la legalidad. Y qué decir de los estamentos judiciales a los que manifestarse en defensa de un grupo de criminales encarcelados les parece "neutro".

La inmoralidad de muchos de estos actos, actitudes u omisiones sólo es comparable a su falta de sentido desde el punto de vista estratégico: si alguien cree que gracias a este apaciguamiento los que son capaces de matar niños para alcanzar sus objetivos accederán a convivir en una sociedad democrática digna de tal nombre con quienes no son de su cuerda es que no han sacado provecho de las lecciones que nos ha brindado la realidad en esta última décadas. Lecciones, muchas de ellas, durísimas, y que, parece, hemos acumulado para nada. Como las pruebas contra Bildu.

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