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EDITORIAL

Casado debe plantarse: el Gobierno del 8-M no es de fiar

Casado ha de tener presente en todo momento que su deber de lealtad es para con España, los españoles y el orden constitucional.

Tal y como hemos informado este lunes, en el Partido Popular hay un enfado mayúsculo por la manera en que el Gobierno está gestionando la pandemia del coronavirus. Para la formación comandada por Pablo Casado, el grado de improvisación que muestra el Ejecutivo en todas sus decisiones es intolerable y tremendamente perturbador, como quedó de manifiesto el domingo con la suspensión temporal in extremis de un decreto aprobado por el Consejo de Ministros el día anterior...

Pero la situación es mucho peor de la que denuncia Génova. Porque el socialista Pedro Sánchez y sus socios comunistas están tomando medidas que pueden conducir la economía nacional a una pavorosa recesión.

A nadie se le oculta que quien dirige la política económica en estos momentos es Pablo Iglesias, capaz de cualquier fechoría para afianzarse en el poder, como no podía ser menos en un chavista-leninista como él. De ahí sus presiones para asestar a las empresas y los autónomos golpes letales en forma de nuevas regulaciones y gravámenes de todo tipo en unos momentos en que se les prohíbe desarrollar sus actividades productivas con normalidad.

Acierta el PP al denunciar los desafueros de Sánchez en un momento tan dramático. Pero tiene que ir más allá y dejar de apoyar a un Gobierno tóxico aupado por golpistas y copado por comunistas. Casado ha de tener presente en todo momento que su deber de lealtad es para con España, los españoles y el orden constitucional; y si para ello ha de ponerse enfrente de un Gobierno tan desestabilizador y peligroso como el actual, que así sea. Ni Sánchez ni su semejante Iglesias son personajes de fiar, mucho menos en un momento en que el país está sometido a un régimen tan excepcional como el estado de alarma.

La crisis sanitaria, cebada por el propio Gobierno del 8-M, no puede servir de pretexto para que la oposición dé a Sánchez-Iglesias un cheque en blanco. Lo sensato, lo decente, lo crucial es hacer todo lo contrario, extremar la vigilancia y velar por la salud, la libertad y la prosperidad de los españoles, amenazadas en primerísimo lugar por los fanáticos incompetentes que tenemos la desgracia de padecer como gobernantes en esta hora trascendental.

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