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EDITORIAL

Cataluña y lo que va de Arrimadas a Torra

Torra y Arrimadas no pueden ser más diferentes, como también sus objetivos y compromisos políticos y su calidad cívica y moral. La comparación sólo puede resultar odiosa para los enemigos de la libertad y, por supuesto, de Cataluña.

Parece que finalmente no habrá sorpresas y la batasunoide CUP permitirá este lunes, con la abstención de sus cuatro diputados, la investidura del indeseable Quim Torra como presidente de la Generalidad. El Ejecutivo regional catalán estará de nuevo controlado por los separatistas y su único proyecto de gobierno será seguir adelante con el golpe de Estado que pretendieron convertir en hecho consumado en la infame jornada tumultuaria del pasado 1 de octubre. Lo dejó meridianamente claro Torra, marioneta del cobarde prófugo Carles Puigdemont, en la sesión de investidura, en la que perpetró un discurso amenazante contra la mitad de Cataluña que abomina del separatismo liberticida que terminó de retratar al personaje.

Los separatistas proclaman su amor a Cataluña e incurren al respecto en alardes de bochornosa histeria colectiva, pero lo cierto es que no hacen otra cosa que vejarla, despreciarla, maltratarla, prostituir sus instituciones y dinamitar la convivencia. Las andanadas del indeseable Torra contra España y la Cataluña comprometida con la libertad vuelven poner de manifiesto que a estos fanáticos el bienestar de los ciudadanos y la prosperidad del Principado les importan muy poco. El desfondamiento económico de Cataluña, el éxodo empresarial y la entrega de la calle a los sectores más violentos de la izquierda supremacista no son suficientes para que los herederos de la corrupta CiU reflexionen y acaben con tanto desafuero. Todo lo contrario: también ellos se han batasunizado.

Frente a la dialéctica caótica y excluyente de la marioneta del cobarde golpista prófugo, que busca ahondar en la confrontación y volver a poner al Gobierno regional en abierta rebeldía, se plantó con encomiable contundencia la ganadora de las más recientes elecciones catalanas, Inés Arrimadas, con un discurso en defensa de la ley, la Constitución, la libertad y la democracia y de denuncia del tóxico golpismo liberticida.

Torra y Arrimadas no pueden ser más diferentes, como también sus objetivos y compromisos políticos y su calidad cívica y moral. La comparación, en este caso, sólo puede resultar odiosa para los enemigos de la libertad y, por supuesto, de Cataluña.

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