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EDITORIAL

El nuevo PP tiene que entenderse con Vox

Feijóo parece dispuesto a mangonear para repartirse las esferas de influencia y consolidar la politización de la Justicia como un hecho consumado.

Los primeros pasos de Feijóo al frente del Partido Popular están marcando muy gráficamente la que será su agenda política, al menos, hasta las próximas elecciones generales. La displicencia con que se refiere a Vox y su buena disposición para negociar con Sánchez los grandes asuntos de Estado indican que la acción política del PP de Feijóo va a consistir, fundamentalmente, en un acercamiento al PSOE. En eso y en el rechazo absoluto a lo que Vox representa consiste el giro al centro que la izquierda reclama al PP, y Alberto Núñez Feijóo parece dispuesto a poner en práctica al pie de la letra.

Para que no queden dudas de cuál es el principal interés del PP en estos momentos, Feijóo se reunirá con Sánchez en La Moncloa este mismo jueves, mientras que no hay fecha (ni, parece, intenciones) de hacer lo mismo con el líder del partido conservador, el socio natural del PP sin cuyo apoyo el cambio político en España no será posible. Así lo confirman todas las encuestas, que desde hace tres años vienen señalando que la única alianza posible para derrotar al sanchismo es la de los dos grandes partidos del centro-derecha español, una vez desfondado Ciudadanos y a punto de convertirse en una fuerza marginal, cuando no directamente extraparlamentaria.

La tozudez de los datos, refrendados en todos los procesos electorales del actual ciclo, no parece hacer mella en el flamante presidente del Partido Popular, que ha decidido marcar distancias con el partido de Abascal, a pesar de que sin sus votos jamás llegará a La Moncloa. Ese hecho, por sí solo, debería haber propiciado un trato de privilegio a Vox como socio de referencia, cuyo programa coincide con el popular en la mayoría de los grandes asuntos nacionales. Feijóo ha decidido distanciarse de la formación conservadora y acercarse al presidente del actual Gobierno socialcomunista, a pesar del rechazo masivo que suscita entre los votantes del Partido Popular.

Pero no se trata solamente de gestos de acercamiento entre PP y PSOE. En el fondo hay también un interés en ambas formaciones por alcanzar pactos tan decisivos como la renovación del Consejo General del Poder Judicial, objetivo de la máxima prioridad del Gobierno que este próximo jueves tratarán Sánchez y Feijóo como uno de los puntos más importantes de la agenda.

En el PP afirman que esperarán a conocer la propuesta de Sánchez para hablar, como si existiera una manera decente de tramitar un cambio tan profundo en la Justicia recurriendo al cambalache. El solo hecho de abrirse a negociar con Sánchez y sus socios radicales un tema tan trascendental es ya un insulto a los jueces, pero también a los ciudadanos, que reclaman la despolitización de la Justicia como un requisito imprescindible para nuestra salud democrática. Sin embargo, Feijóo parece dispuesto a mangonear en este asunto para repartirse las esferas de influencia y consolidar la politización de la Justicia como un hecho consumado en el que, además, la izquierda le tomará el pelo como ha hecho con todos sus antecesores.

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