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EDITORIAL

El PSOE no quiere salir de su encrucijada

El PSOE parece empeñado en seguir siendo parte del problema y no de la solución de una crisis nacional de extraordinaria importancia.

Todo apunta a que la relación entre el PSOE y el PSC seguirá siendo muy similar a como ha sido hasta ahora: el pequeño partido localista, más lejos que nunca del poder, seguirá inmiscuyéndose en la vida interna del gran partido nacional y éste no podrá hacer lo propio en la del pequeño partido localista.

Es un modelo que no sólo supone un grave problema práctico para el PSOE, sino que revela una concepción de España totalmente descabellada: una nación en la que todos deben rendirse a los caprichos y los chantajes de unos pocos por culpa de una relación completamente desigual fuertemente marcada por una ideología profundamente antiespañola como el nacionalismo catalán.

Casi lo único positivo que podría tener el ascenso a la Secretaría General de la tan sobrevalorada Susana Díaz sería, precisamente, una rectificación en clave nacional del filonacionalismo suicida del PSOE, otro componente mortífero de la herencia del infausto Zapatero. Pero parece que no va a ser así y que el PSOE va a seguir siendo un partido sin una idea definida y defendida de España. Seguramente no es casual que su desplome sea especialmente notable en regiones como Valencia, Galicia, el País Vasco o la propia Cataluña.

El PSOE no quiere salir de su encrucijada. El PSOE parece empeñado en seguir siendo parte del problema y no de la solución de una crisis nacional de extraordinaria importancia. En su calamitoso estado, no hace sino cebar a los peores enemigos de la Nación: los nacionalismos secesionistas y sus cómplices de la extrema izquierda antiespañola arracimada en torno a Podemos.

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