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EDITORIAL

El Rey, en su sitio

Algunos confunden el "arbitraje" del Rey con una actitud ambigua entre quienes defienden nuestro Estado de Derecho y quienes pretenden dinamitarlo

Dada la artera y nauseabunda campaña propagandística de las formaciones separatistas catalanas, que tratan de contraponer la ley y la democracia, nada más oportuno y acertado que el espléndido discurso pronunciado este miércoles por el Rey durante la clausura del Word Law Congress en el Teatro Real de Madrid. Así, Felipe VI ha señalado contundente y tajantemente que "no es admisible apelar a una supuesta democracia por encima del Derecho", que "sin el respeto a las leyes no existen ni convivencia ni democracia, sino inseguridad, arbitrariedad y, en definitiva, quiebra de los principios morales y cívicos de la sociedad". También ha dicho que para fortalecer la democracia se requiere garantizar la dignidad de la persona "por encima de fronteras, culturas, religiones o sentimientos nacionales", y que "el respeto al estado de Derecho, en un régimen democrático, no sólo es garantía de los derechos y las libertades, sino pilar esencial del regular funcionamiento de las instituciones y fundamento de la convivencia y del progreso en paz y en libertad de sus ciudadanos".

Pocos ejemplos tan oportunos de la labor de "arbitraje y moderación" que el Monarca tiene encomendada por la Constitución -labor que algunos confunden con una actitud equidistante o ambigua entre quienes defienden nuestro Estado de Derecho y quienes han pretendido y siguen pretendiendo dinamitarlo- que estas firmes palabras del Rey en defensa de las "fronteras" más preciosas que tiene nuestra nación, que son las que la configura y articula como Estado de Derecho. Mas aun, si tenemos presente que los golpistas del 1-0 han tratado, hasta delante de los magistrados que los juzgan, que prevalezca sobre la ley la nada democrática consulta secesionista del 1-0 y la no menos arbitraria y antidemocrática declaración unilateral de independencia que se produjo días después. Semejante consulta como semejante declaración secesionistas no son muestras de respecto a la democracia sino gravísimos delitos y muestra insuperable de desprecio a la soberanía nacional, que recae en el conjunto de los ciudadanos españoles, a sus leyes, a sus tribunales y a la convivencia pacifica y democrática en esa parte irrenunciable de España que es Cataluña.

Una vez más, Felipe VI ha dado muestras de que sabe estar en el sitio que le ha encomendado la Constitución y los ciudadanos. Desgraciadamente, no se puede decir lo mismo de un presidente del Gobierno que, por el deseo de serlo, no ha dudado en forjar alianzas con las mismas formaciones golpistas que siguen pretendiendo que sus totalitarios delirios identitarios prevalezcan sobre la ley, la soberania nacional y la libertad individual de los ciudadanos, empezando por los ciudadanos catalanes.

Por no saber estar en su sitio, Pedro Sánchez hasta se ha jactado en su reciente bochornoso libro, "Manual de Resistencia", de infundíos tales como que la Reina Leticia estaba "muy interesada en conocerme" o de una "relación de complicidad con el Rey que superó y sigue superando, a día de hoy, lo institucional". Tan presuntuosas palabras de Sánchez comprometen a la Corona, por mucho que ni el Rey ni la Reina puedan rebajarse a desmentirlas.

En cualquier caso, es evidente que lo más grave de nuestro presidente del Gobierno es su pretensión de seguir siéndolo con el apoyo de unas formaciones separatistas que no se arrepienten ni renuncian a que una falsa y liberticida noción de la democracia se imponga a lo que es la garantía de la auténtica democracia y de la libertad de todos los ciudadanos como es el respeto a la Ley.

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