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EDITORIAL

Junqueras no renuncia

Resulta evidente que el acusado ni siquiera se ha molestado en fingir el más mínimo propósito de enmienda.

La timorata al tiempo que temeraria decisión del Gobierno del PP –con el respaldo del PSOE y de Ciudadanos– de aplicar el artículo 155 de la Constitución únicamente para convocar nuevas elecciones autonómicas en Cataluña en el menor plazo posible está siendo artera pero comprensiblemente utilizada por los golpistas encarcelados para tratar de obtener la libertad provisional y participar sin ninguna cortapisa en los comicios del próximo 21-D.

Si el lunes eran los exconsejeros Jordi Turull y Josep Rull los que manifestaban su intención de presentarse a esas elecciones convocadas por el Gobierno de Rajoy como supuesta muestra de su acatamiento al orden constitucional, este martes ha sido la defensa del ex vicepresidente Oriol Junqueras la que ha tratado de negar el riesgo de reiteración delictiva señalando el hecho de que su cliente "comparte el objetivo de participación en el proceso electoral fijado por el Gobierno".

Teniendo presente que Junqueras en ningún momento ha hecho una renuncia expresa al gravísimo proceder delictivo que le ha llevado a prisión y, sobre todo, que sólo su vuelta al poder a través de esas elecciones le brindaría –a él y al resto de los golpistas– la oportunidad de reincidir en la delictiva vía unilateral a la independencia, resulta evidente que el acusado ni siquiera se ha molestado en fingir el más mínimo propósito de enmienda.

No menos absurdo es el argumento de la defensa de Junqueras alegando que no ha habido "rebeldía" ante la suspensión de la autonomía catalana, dado que "el Gobierno catalán no se ha reunido desde el día de su cese, no se han adoptado acuerdos de Gobierno ni se han efectuado publicaciones en el boletín oficial que demuestren actos ejecutivos tras la sesión parlamentaria del día 27 de octubre". Y, ciertamente, así ha sido, como no podría haber sido de otra forma, puesto que los miembros del Ejecutivo golpista se fugaron a Bélgica mientras los restantes habrían sido detenidos de no haber comparecido ante un tribunal que, tras su comparecencia, decretó su prisión preventiva.

Que los abogados de los golpistas sólo tengan a mano esta absurda argumentación deja en evidencia hasta qué punto Junqueras y compañía son reacios a retractarse, lo que, por cierto, quedó acreditado en la carta que el propio Junqueras dirigió desde la cárcel a la militancia de su partido, en la que acusaba al "bloque del 155" –en referencia a las formaciones constitucionalistas– de "emplear la violencia policial y las agresiones de la extrema derecha" y en la que califica a Carles Puigdemont de "presidente legítimo" de Cataluña.

En cualquier caso, lo más lamentable de todo es que nada impedirá a estos golpistas concurrir a las elecciones, lo que será un espectáculo bochornoso tanto si lo hacen desde la cárcel como si lo hacen gozando de libertad provisional; un bochornoso espectáculo del que también es corresponsable una clase política que confunde la celebración de unas elecciones en Cataluña con el restablecimiento del imperio de la ley, inexistente en esa comunidad desde hace muchas legislaturas.

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