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EDITORIAL

La incógnita Ciudadanos

Es muy probable que esta última semana de campaña permita ir despejando dudas decisivas no sólo para el futuro de la formación naranja.

Las elecciones municipales y autonómicas del próximo domingo prometen ser las más abiertas de los últimos treinta años, de hecho parece que no hay un solo resultado seguro de antemano. Ya no es que los sondeos pronostiquen unos parlamentos autonómicos y unos ayuntamientos harto fragmentados, es que la cifra de indecisos permanece en niveles próximos al 40%, lo que debería llevar a un análisis muy cauto de las encuestas que se están conociendo y a tener presente que se pueden producir resultados bastante sorprendentes.

Sea como fuere, el domingo será una auténtica prueba de fuego para el bipartidismo imperfecto que ha signado la vida política española de los últimos decenios. Y para los partidos emergentes. El colapso de PP y PSOE puede tener vastas consecuencias sobre todo el sistema político, que es probable que experimente cambios sustanciales aun en el caso de que lo anterior no se produzca y, por tanto, tampoco la consolidación de formaciones como Podemos y Ciudadanos.

El partido naranja es, por cierto, el que más interés está suscitando en estas semanas. Albert Rivera está empleando esta campaña como trampolín para su candidatura en las próximas generales y, por ello, asumiendo gran protagonismo, al punto de que incluso está opacando a los candidatos que presenta su partido en las distintas plazas. Ciudadanos por fin está recibiendo la atención que reclamaba desde su fundación, hace ya casi una década. Pero esa proyección no sólo le está reportando beneficios, debido a la endeblez de algunos de sus cabezas de lista y a los mensajes confusos, contradictorios o erráticos que emite, y que están provocando ciertas desilusiones o inquietudes entre su electorado potencial.

Ciudadanos puede convertirse en un partido decisivo en la conformación de numerosos gobiernos regionales y municipales. Es sin lugar a dudas su gran objetivo, pero puede ser también su tumba si no mide bien los tiempos y las compañías, pues previsiblemente se va a nutrir de un electorado que demostrará con el mero hecho de votarlo que lo verdaderamente importante para él no son tales o cuales siglas sino la voluntad de llevar adelante reformas sensatas y de calado.

A Ciudadanos, en fin, le toca retratarse. ¿Qué imagen trasladará a la sociedad? ¿La de un partido verdaderamente regeneracionista, preparado para trabajar en pro de sus objetivos declarados? ¿O quizá el afán de poder le lleve al realismo más descarnado, o incluso al peor de los oportunismos? Es muy probable que esta última semana de campaña permita ir despejando dudas decisivas no sólo para el futuro de la formación naranja.

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