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EDITORIAL

María Jesús Montero se ríe de los españoles

La querencia por lo antiespañol de la izquierda es el formidable drama que nos está llevando a un terrible callejón sin salida.

Mientras vende el humo de la unidad, el Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias arrastra por el lodo al PP por no sumarse entusiásticamente a sus estrategias y desprecia abiertamente a Vox, como si el tercer partido de España y sus millones de votantes no existiesen o estuviesen más allá del sistema democrático.

Sin embargo, con otros partidos los socialistas son más condescendientes, siempre que cumplan con dos requisitos básicos: despreciar la Nación y pretender destruir el sistema de libertades que los españoles nos dimos en 1978.

Así, cuando Pablo Casado le dice al Gobierno que no piensa apoyar sus Presupuestos está "fuera de la escena política", se ubica "en el obstruccionismo" y "no aporta nada". Por el contrario, si es Gabriel Rufián, de la golpista ERC, el que dice a Sánchez que no votará esos mismos Presupuestos –de los que por el momento se desconoce absolutamente todo, por cierto–, se comunicará que ha sido una reunión "positiva".

Tan positiva que, en lo que no puede ser interpretado sino como una tomadura de pelo, la ministra portavoz, María Jesús Montero, llega a asegurar que lo que une a PSOE y ERC es "sobre todo el amor a España". El asunto movería a la hilaridad de no resultar tan indignante: ¿amor España de los que además de haber intentado romperla no han dejado de decir que "lo volverán a hacer"? ¿Amor a España de los que marginan al español y desprecian a los españoles? ¿Amor a España de los que afirmaban que España les robaba mientras callaban ante la brutal rapiña de los Pujol? ¿Amor a España de los que pasean por medio mundo despreciando a España, sus instituciones, su cultura y sus costumbres?

Acostumbrada a mentir sin tasa, es probable que Montero esté ya tan alejada de la realidad que ni siquiera entienda lo que dice y las consecuencias de lo que dice, pero es obvio también que toma a los españoles por idiotas cuando pronuncia una frase como esa, tan delirante que no puede ser tomada por otra cosa que un insulto a nuestra inteligencia.

Por otro lado, esa actitud de Montero y el PSOE no es sino el reflejo de una tendencia muy profunda de la izquierda española, incluso de aquella supuestamente moderada: su simpatía por todo aquel partido que sea profundamente antidemocrático, que esté dispuesto a infringir cuantas más leyes mejor y, sobre todo, que tenga y manifieste un odio profundo y cerril contra España. Más allá del paso por la política de personajes tan nefastos como Zapatero, Iglesias o el propio Sánchez, esa querencia por lo antiespañol de la izquierda es el formidable drama que nos está llevando a un terrible callejón sin salida.

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