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EDITORIAL

¿Políticos o lectores de encuestas?

El medio y el largo plazo han desaparecido de la política española, los proyectos de largo aliento no existen y todo es regate corto.

Las encuestas electorales son una herramienta muy útil para los periodistas, que gracias a ellas pueden tener datos sobre las tendencias en la opinión pública; y también lo son para los electores, que con ellas son capaces de evaluar mejor si entregar su voto a uno u otro partido en función de unos resultados previstos.

Tanto es así que desde estas mismas páginas hemos reclamado en repetidas ocasiones que se cambie ya la ridícula ley electoral que impide la publicación de sondeos en la semana previa a unas elecciones, restricción que nunca ha tenido demasiado sentido pero que ahora, en los tiempos de internet y las redes sociales, no tiene ninguno.

Sin embargo, en el actual panorama político español es imposible no tener la sensación de que las encuestas se están usando de una forma equivocada y hasta en algunos casos peligrosa. Por un lado, por aquellos que, en lugar de informar a la opinión pública con datos, quieren conformarla con lecturas sesgadas de la realidad, creadas para marcar las tendencias en lugar de para leerlas. La última campaña electoral ha tenido varios ejemplos que parecían muy claros en este sentido. Y por el otro, y esto es peor aún, por unos partidos políticos cuya única ideología parece ser el tracking diario; se diría que no tienen más principios que conseguir el plácet de los institutos demoscópicos, cuyas estrategias a largo plazo no van más allá de las semanas que falten para el próximo sondeo.

Así, el medio y el largo plazo han desaparecido de la política española, los proyectos de largo aliento no existen y todo es regate corto, a la espera de la sentencia de la siguiente encuesta: hoy no me presento a la investidura, mañana sí, ahora hago como que quiero pactar, mañana escenifico una ruptura…

Por supuesto, al igual que para los medios de comunicación y los votantes, las encuestas pueden y deben ser una herramienta útil para los partidos políticos, pero no pueden sustituir a los principios y las ideas, que actualmente se echan en falta en casi todas las formaciones del arco parlamentario, que bien no las tienen o bien las esconden… porque dan malos resultados en las encuestas.

España necesita en las cúpulas de sus partidos políticos líderes con principios y con capacidad estratégica para defenderlos a medio y largo plazo, no meros lectores de encuestas, que es lo que hoy descuella en casi todas las denominadas plantas nobles.

En España

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