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EDITORIAL

Primero vinieron a por los "muy ricos"

El verdadero "abismo fiscal" no es otro que el hoyo que, también en EEUU, está causando el peso de un sector público sobredimensionado

Tras otra agónica sesión, la Cámara de Representantes estadounidense ha aprobado finalmente un acuerdo que, más que solucionar, va a posponer, sino a agravar, el problema que el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke vino a bautizar como "abismo fiscal".

Una expresión que escondía una masiva y generalizada subida de impuestos combinada con un recorte automático del gasto público a los que abocaba el incumplimiento por parte de la administración de Obama de los compromisos de reducción del déficit a los que se había condicionado el aumento del techo de la deuda de 2,1 billones de dólares aprobado por el Congreso en agosto de 2011.

En principio, es una buena noticia que, en el texto ahora aprobado, se haya evitado la subida del IRPF a una inmensa mayoría de los ciudadanos. Lo que no es positivo, en modo alguno, es la decisión de subir los impuestos a los "muy ricos" como forma de encubrir y no afrontar el auténtico problema, que no es otro que el excesivo gasto público que, también en EEUU, lastra las posibilidades de recuperación económica.

Y es que, al margen de las engañosas expectativas de recaudación que Obama espera lograr con esta subida fiscal limitada al 1% de la población con mayores ingresos; y al margen también de las distorsiones que genera todo sistema impositivo en el que no rige la proporcionalidad sino una arbitraria progresividad, el mayor problema sigue estando en la renuencia del gobierno de Obama en reducir drásticamente el gasto y el tamaño del sector público norteamericano.

El verdadero "abismo fiscal" no es otro que el hoyo que, también en EEUU está causando el peso de un sector público sobredimensionado que no quiere ajustarse a la menguada realidad de sus ingresos. Y el texto ahora acordado lo único que hace es posponer dos meses los ya de por sí tímidos recortes del gasto público que contemplan los presupuestos del Congreso.

Por mucha demagogia que se quiera hacer contra los "muy ricos" y por comprensible que sea el alivio que ahora puedan sentir los ciudadanos que no lo son, lo cierto es que este acuerdo no soluciona el problema del déficit ni el preocupante ritmo de endeudamiento del gobierno norteamericano: lo que hace es acrecentarlo posponiendo y -peor aun- desenfocando su solución.

La mayoría de los ciudadanos norteamericanos que no van a verse perjudicados esencialmente por esta subida fiscal ya deben, sin embargo, preocuparse por este acuerdo. Y no sólo porque también afecte, aun en menor medida, a las clases medias, que verán incrementados sus impuestos sobre el ahorro en más de un 20%, o porque ponga fin a las rebajas de dos puntos en la contribución a la Seguridad Social. El acuerdo les debe preocupar esencialmente, y aun sin ser "muy ricos", porque la "solución" propuesta no va a resolver el problema. Y sin resolverse, nadie puede sentirse a salvo, por "muy rico" que no se sea. O especialmente por no serlo.

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