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EDITORIAL

Una izquierda mentirosa y vil

La mentira, la manipulación y la violencia son las señas de identidad de una izquierda dispuesta a todo con tal de conquistar y no soltar el poder.

Durante el debate electoral del miércoles, la mayor coincidencia entre los tres candidatos izquierdistas a la Presidencia de la Comunidad de Madrid fue el uso indiscriminado de la mentira y el engaño. Tanto Ángel Gabilondo –en las escasas ocasiones en las que lograba salir de su letargo– como especialmente Pablo Iglesias y Mónica García mintieron descaradamente, distorsionaron los datos, los sacaron de contexto o directamente se los inventaron.

La izquierda exhibe tal descaro y desvergüenza que ya ni siquiera espera, como hiciera Sánchez, a que termine la campaña para revelar su estafa: así, Gabilondo admitió delante de todos los madrileños que espera que la alianza con Pablo Iglesias que había negado días atrás sea lo que le lleve a la Casa de Correos de la Puerta del Sol. 

Pero a la izquierda no le bastan la falsedad y el engaño: además de mentir desde que se anunció la convocatoria electoral, ha intentado impedir que los ciudadanos voten, con un descarado fraude de ley; ha promovido, alentado y aplaudido la violencia física contra los dirigentes y simpatizantes de Vox; y, por supuesto, ha usado de forma rastrera y desvergonzada las instituciones en beneficio propio, algo de lo que hemos tenido un indignante ejemplo con la última fechoría del CIS de Tezanos o que podemos ver día tras día en Televisión Española, convertida en una máquina de manipulación sin parangón en su no muy ejemplar historia. 

En definitiva, la campaña electoral de Madrid nos está permitiendo constatar una vez más que la mentira, la manipulación y la violencia son las señas de identidad de una izquierda dispuesta a todo con tal de conquistar y no soltar el poder.

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