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EDITORIAL

Vox pide paso

Es tiempo para la reflexión audaz, no para dejarse engañar por la maquinaria de 'agitprop' de la peor izquierda.

El acto multitudinario que ha celebrado este domingo Vox en la madrileña plaza de Vistalegre contribuirá decisivamente a situar al partido de Santiago Abascal en el mapa electoral. Ya no es que el recinto estuviera lleno hasta la bandera, de gente no precisamente acarreada; es que fueron muchas las personas que se quedaron fuera, en un ambiente de gran excitación y entusiasmo.

El lugar fue elegido con toda intención: fue justamente en el coso de Vistalegre donde Podemos hizo su primer gran despliegue de fuerza en términos de poder de convocatoria, y también Ciudadanos llevó a cabo allí uno de sus actos de masas más destacados. Ahora es Vox el que, desde ese mismo espacio tan cargado simbólicamente, pide paso en la política nacional.

La izquierda mediática, tan mimada por la infausta dupla Rajoy-Santamaría, ha tocado a rebato y ha agitado al unísono el espantajo de la extrema derecha, maniobra de agitprop especialmente repugnante si se tiene en cuenta que son los mismos medios que se desviven por blanquear a los criminales que bañaron en sangre el País Vasco durante tantas décadas o que hacen el cardo gordo a la formación de extrema izquierda Podemos, alabardera del sanguinario tirano Nicolás Maduro y comandada por un individuo a sueldo de la República Islámica de Irán, ese paraíso progresista donde se cuelga a los homosexuales de grúas y a las mujeres se las somete a todo tipo de discriminaciones humillantes.

El partido de Santiago Abascal y José Antonio Ortega Lara no es una amenaza para España y su democracia, lo sabe de sobra hasta la siniestra izquierda sinvergüenza que lo proclama. España y su democracia están, de hecho, amenazados existencialmente por el golpismo separatista y el neocomunismo antisistema; es decir, por los peores enemigos de Vox, partido que, lejos de subvertir el orden constitucional, ha rendido un servicio impagable a la Nación judicializando el desafío separatista, pues ha complicado sobremanera un cierre en falso del mismo en beneficio de los golpistas.

Esto es algo que han de tener bien presente el PP de Pablo Casado y el Ciudadanos de Albert Rivera. Vox no es el enemigo: el enemigo es el que está en estos mismos momentos incurso en un golpe de Estado y quienes pretenden instaurar una suerte de régimen frentepopulista en lo que quede de España.

Para el PP y para Ciudadanos, Vox puede representar un desafío, ciertamente. Pero un desafío que puede hacerlos mejorar y, por tanto, devenir una oportunidad extraordinaria. España y Libertad es una dupla que puede llevarlos a remar juntos en asuntos de crucial importancia. Es tiempo para la reflexión audaz, no para dejarse engañar por la maquinaria de agitprop de la peor izquierda.

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