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Emilio Campmany

Cloacas desbordadas

¿Qué está pasando? No es fácil saberlo, aunque pueden darse algunas cosas por seguras.

¿Qué está pasando? No es fácil saberlo, aunque pueden darse algunas cosas por seguras.
EFE

La Convergencia de Mas se echa al monte, se hace independentista y empiezan a salir cuentas de los Pujol como robellones en otoño. No sólo cuentas, también coches y bolsas de basura preñadas de billetes de quinientos euros, además de la novia de Pujol junior. Pero nadie va a la cárcel. Pujol comparece ante el Parlamento catalán y amenaza con tirar abajo todo el árbol si siegan su rama. Y, claro, nadie saca la sierra eléctrica. Luego, salen viejas informaciones del rey entreveradas con una posible cuenta en Suiza. La Convergencia de Puigdemont amenaza con volver a celebrar el referéndum, que no se sabe cuántos necesitan convocar antes de reunir el valor suficiente para proclamar la independencia de Cataluña, y la Guardia Civil hace una redada en Barcelona y arresta a un puñado de políticos corruptos del partido que fundara Jordi Pujol. Hay un pendrive en la Audiencia Nacional, entregado por la UDEF como prueba contra los Pujol, que quizá sea el fruto de un pirateo informático ilegal, con lo que las pruebas contra ellos serían anuladas. No sólo, sino que aparece un segundo pendrive que un policía dice haber encontrado haciendo limpieza en su despacho que no se sabe qué contiene. Hacen luego una entrevista a un policía jubilado y dice que hay informes muy interesantes, especialmente del 11-M. No cuenta lo que dicen porque no los ha leído. Y todo ello en medio de una gresca en la que están metidos varios policías, todos ellos con impagables servicios a la patria que no nos pueden detallar, entre los que se encuentra uno llamado Villarejo que, mientras los prestaba, se hizo millonario.

¿Qué está pasando? No es fácil saberlo, aunque pueden darse algunas cosas por seguras. La primera es que de la fortuna que los Pujol amasaron mientras el jefe del clan ocupaba la presidencia de la Generalidad no nos habríamos enterado si Convergencia se hubiera limitado a hacer lo que siempre hizo, pedir dinero por redondear las mayorías parlamentarias de PSOE y PP. La segunda es que, aunque se haya expuesto parte de la porquería que guardan en el trastero, los Pujol no pueden ir de ninguna manera a la cárcel porque entonces saldría la mucha que hay en otros ilustres desvanes, incluido el de nuestro rey emérito. La tercera es que, después de que se atrevieran a filtrar la grabación que al ministro del Interior le hicieron en su despacho, el PP está intentando limpiar la Policía. Con su acostumbrada torpeza, ha dado sin querer una patada al avispero, provocando una guerra sorda entre las facciones que se reparten el poder y de las que no se sabe si hay alguna de la que uno pueda fiarse. No sólo, sino que alguna de ellas, por evitar ser arrumbada, amenaza con sacar más estiércol del mucho que han generado quienes han gobernado España en estos últimos años. Lo más probable es que al final nadie pague por los muchos desmanes cometidos, las aguas negras se calmen y las cloacas del Estado dejen de emanar hedores. Lo cual no quiere decir que no vayan a seguir tan sucias como siempre.

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