Menú
Emilio Campmany

El dulce encanto de la verticalidad

Patronal y sindicatos han estado perfectamente de acuerdo en no querer dar cuenta de lo que hacen con nuestros euros.

A la CEOE y a los sindicatos les gusta mucho bailar zarabandas y minuetos, gigas y pavanas haciendo como que discuten y pelean, para luego ir de la mano cuando está en juego lo que realmente les importa. Entonces se hace patente la verdadera verticalidad en la que viven. La futura Ley de Transparencia incluye a las dos clases de organizaciones porque se financian con fondos públicos. Podría haber ocurrido que los sindicatos hubieran clamado ante la resistencia de la patronal a que los que la financiamos sepamos cómo gastan el dinero que les damos. También podría haber pasado que la patronal protestara contra la intención de los sindicatos de que sus cuentas no sean auditadas. Pero no. Los dos han estado perfectamente de acuerdo en no querer dar cuenta de lo que hacen con nuestros euros. Y lo han defendido con argumentos peregrinos.

Los sindicatos dicen que se financian en un setenta por ciento de las cuotas de sus afiliados. Pero a renglón seguido aclaran que esa cuenta no incluye el dinero público que reciben por los servicios que prestan. Supongo que se refieren a los cursos de formación, una sima donde se sepultan cientos de millones, y el asesoramiento que la ley obliga a que den en los ERE, que todavía no sé por qué hay que pagarlo, que parece que viven del paro que esos expedientes generan. Y la patronal alega que está bien que se fiscalice lo que se hace con el dinero público que recibe, pero que no tiene obligación de dar cuenta de lo que hace con el privado porque es una organización privada. Pero es precisamente disponer de financiación pública para atender a sus fines propios lo que le permite, por ejemplo, redondear el sueldo de sus directivos con las cuotas de sus asociados.

Esta unanimidad en el esfuerzo de mantenerse en la más estricta opacidad prueba lo poco que hemos avanzado en esto desde que se murió Franco, que organizó unos sindicatos verticales en cuya organización se integraban obreros y empresarios a la vez. Como vemos, la verticalidad ha sido suprimida tan sólo formalmente, pues ahora las organizaciones obreras y patronales están separadas, pero todas tienen intereses comunes y por eso obran con una unanimidad altamente sospechosa que sugiere la existencia de una verticalidad de facto.

Un sindicalista ha recordado que la Organización Internacional del Trabajo condena la injerencia de los Estados en la financiación y las cuentas de los sindicatos. Lo que no dice es que la OIT da por hecho que eso será cuando sea un sindicato de verdad, no un apéndice del Estado, financiado con fondos públicos. Si tanto les preocupa que averigüemos qué hacen con nuestro dinero, que renuncien a recibirlo, tanto bajo la forma de subvención como en concepto de pago por servicios de nula utilidad. Ya verán como eso no lo hacen. Ni el Gobierno dejará de untarles. Y encima se saldrán de la Ley de Transparencia. Ventajas de la verticalidad.

Temas

En España

    0
    comentarios