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Emilio Campmany

La coqueta gatuna

Lo más gracioso es que, como el Gato Risón, Valenciano se explica regular, tirando a mal.

Lo más gracioso es que, como el Gato Risón, Valenciano se explica regular, tirando a mal.

Quien dedique estos días su tiempo libre a viajar por los telediarios se encontrará confuso, deslizándose por una madriguera hacia un mundo de noticias absurdas que los locutores arrojan sobre nosotros como si fueran la cosa más natural del mundo. Caminando por esa selva oscura, con la zozobra de quien se siente perdido, de repente creemos oír una lejana risilla. Avanzando un poco más, descubrimos entre la espesura una sonrisa blanca y apaisada, cuajada de dientes, que no parece pertenecer a nadie. Tan sólo es una sonrisa. Transcurren unos segundos y su dueño va adquiriendo forma. Primero son unos grandes ojos entreabiertos, protegidos por largas pestañas y densas cejas, que parpadean lentamente, con majestuosidad. Luego se perfila un rostro redondo, que forma un círculo casi perfecto. Y finalmente, el resto.

Podría ser el Gato de Chesire, tal y como lo imaginó Disney, pero no. Es Elena Valenciano, cuyo parecido con la imagen que del personaje de Lewis Carroll construyó el genio de los dibujos animados es cada vez mayor. En realidad, parecido siempre hubo. Sucede que, desde que el Sombrero Loco Rubalcaba decidiera que sea la cabeza de lista del PSOE a las europeas, a su número dos no se le ha caído de la cara esa risita felina de satisfacción propia de quien ya se ve disfrutando del latisueldo. Por eso mira a la cámara y se abanica con las pestañas tres o cuatro veces seguidas, dejándolas luego coqueta a medio camino, con los ojos entrecerrados, mirándonos de reojo.

Lo más gracioso es que, como el Gato Risón, Valenciano se explica regular, tirando a mal. Y entonces va y dice algo tan bonito como que "no es su verdad la que nos hace libres, sino la libertad", que recuerda mucho a la Liebre de Marzo Zapatero cuando se pone melancólica, filosófica y solemne. Las menos, no obstante, se hace entender, como cuando dice eso tan racial y tajante de que "el PSOE no va a ir con Bildu ni a la vuelta de la esquina". Lo malo es que entonces, a despecho de la autoridad que se supone atribuida al Sombrero Loco, llega la Reina de Corazones Soraya Rodríguez y, sin llegar a ordenar que le corten la cabeza, desmiente a su teórica superior y viene a decir que el PSOE está dispuesto a ir con Bildu al País de las Maravillas, al de Nunca Jamás y adonde haga falta, que para eso son de izquierdas y han tenido con todos nosotros el delicado detalle de dejar de matarnos.

Pero, igual que al Gato de Chesire, a Valenciano no se le quebrará la sonrisa. Seguirá mirándonos desde la jaula de rayos catódicos con los ojos medio guiñados y alfombrará los informativos con miradas provocadoras y frases inconexas. Mientras, habrá que esperar pacientes a que aparezca el Conejo Blanco para seguirle y ver si es capaz de sacarnos de este país de locos que un día por espejismo pareció el de las Maravillas.

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