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Emilio Campmany

Lo que nos enfrenta

Hay una derecha que, por las buenas o a regañadientes, cree que no tiene más remedio que aceptar integrarse en ese nuevo modelo para evitar que se lleve por delante lo esencial, la monarquía, y poder seguir aspirando al poder.

Existe la falsa impresión de que la división que padece la derecha es consecuencia de la debacle electoral de marzo pasado. La gresca en el seno del grupo parlamentario popular, la crisis de Caja Madrid, la supuesta conspiración de Zaplana, todo apunta a que el PP, a consecuencia de aquella derrota se desangra en una guerra interna en la que no habrá vencedores.

Sin embargo, no hay que olvidar que la crisis de la derecha, no la del PP, es muy anterior a las elecciones de 2008. La provocó el 11-M y la derrota de 2004. El PP supo mantenerse unido. Pero la derecha sociológica se dividió. Fueron sus medios los que la representaron: el ABC contra La Cope y El Mundo fue el enfrentamiento más obvio, pero no hay que olvidar que La Razón aprovechó la crisis del diario monárquico para hacerse con buena parte de sus lectores y que Onda Cero se esforzó por rebañar oyentes de La Cope para el caso de que tuvieran éxito las falsas acusaciones de extremismo vertidas contra la emisora de la Conferencia Episcopal.

La polémica mantenida esta semana por Francisco Marhuenda, director de La Razón, con el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez y el director de La Mañana de La Cope, Federico Jiménez Losantos a cuenta de la decisión del CAC catalán de privar a La Cope de dos frecuencias de las que venía disfrutando mientras le otorgaba otras al grupo Planeta, propietario de La Razón, demuestra que la lucha continúa.

Aparentemente, fue el 11-M el que provocó la chispa. Unos estuvieron a favor de investigar mientras otros prefirieron aceptar la versión oficial. El PP no se dividió. Se mantuvo unido, pero sólo para estar a veces de un lado, y a veces del otro. Tanto vaivén y la segunda derrota electoral pusieron punto final a aquella unidad.

Pero, ¿de verdad es la actitud frente al 11-M el problema? Hoy ya no puede seguir siéndolo. Sucede que el 11-M no es la causa, sino el síntoma de un motivo mucho más grave de enfrentamiento. Lo que en realidad ocurre es que la izquierda, aliada con los nacionalistas, está colando por la puerta de atrás la "ruptura" que no pudo imponer en 1978. Ante ello hay una derecha que, por las buenas o a regañadientes, cree que no tiene más remedio que aceptar integrarse en ese nuevo modelo para evitar que se lleve por delante lo esencial, la monarquía, y poder seguir aspirando al poder. En cambio, hay otra derecha que se niega a comulgar con ruedas de molino. Sabe que en el nuevo régimen su acceso al poder será sólo hipotéticamente posible, pero en la práctica improbable y, en todo caso, estará sólo permitido a una derecha domesticada convenientemente inoculada de los virus creados por los laboratorios de la izquierda: el pacifismo, el buenismo, el subvencionismo, el estatalismo, el intervencionismo, etc. Hoy es obvio que para esta derecha no es suficiente resistir. Necesita vencer a esa otra derecha que, sumisa, está dispuesta a aceptar un cambio de reglas sin darse cuenta de que no tiene otro objeto que hacerla desaparecer.

Será una guerra civil que no se luchará en Génova. Se librará en los medios. Y será anterior a la que la enfrentará al socialismo por la defensa de las libertades. Ya sabíamos que la victoria de ZP en 2008 traería tiempos duros, pero no creíamos que fueran a serlo tanto.

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