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Emilio Campmany

Viva la igualdad, abajo la libertad

No querías Zapatero, pues toma tres tazas. ¿Merecemos nosotros y nosotras esto?

Cuando padecíamos a Zapatero, creíamos que era un paréntesis, un caso de mala suerte provocado por la necesidad del PSOE de poner a su frente a un líder interino catapultado inesperadamente a la presidencia del Gobierno por un atentado terrorista. Luego, cuando salió reelegido en 2008, debimos darnos cuenta de que algo tenía el solemne que a esta sociedad española del siglo XXI encandilaba. Llegó Rajoy, y que no se atreviera a deshacer nada de lo que el zapaterismo hizo parecía ser causa de su cobardía, pero quizá fuera la sencilla imposibilidad de renegar de lo que los españoles y las españolas de una u otra forma queremos para nuestro país. Y ahora viene Pedro Sánchez a pedir ser investido con un discurso que es zapaterismo quintaesenciado, pasado varias veces por el alambique del progresismo más vacuo, que hasta en la solemnidad se parece al expresidente.

Sánchez va a arreglar el paro poniendo contratos laborales más onerosos para los empresarios. Va a estimular la economía subiendo impuestos. Va a resolver la carestía energética cerrando centrales nucleares y prohibiendo el fracking. Va a arreglar el déficit gastando más en casi todo. Y para aquello para lo que no basta el dinero que no hay, como en el caso de Cataluña, propone el sempiterno diálogo, que, como el bálsamo de Fierabrás, con unas pocas gotas, todo lo curará. Y todo eso, ha dicho repetidamente, se puede lograr la próxima semana si sus señorías, especialmente las de Podemos, quieren.

Y lo dice a sabiendas porque, para bien o para mal, lo que los españoles y españolas queremos que se nos proponga son tan sólo políticas de igualdad y nada queremos saber de la libertad. La prueba es que la palabra igualdad ha sido mencionada en 19 ocasiones, y una de ellas para decir que esta legislatura sería precisamente eso, la de la igualdad. En cambio, la palabra libertad ha salido tan sólo 5, dos de ellas para unirla a la igualdad, y el resto para contraponerla a la seguridad, con el fin de justificar la derogación de la Ley de Seguridad Ciudadana, para proponer una ley de libertad religiosa dirigida contra la Iglesia Católica y para hablar de las penas de privación de libertad. Y se ha ocupado tan poco de la libertad porque cree, seguramente con razón, que es cosa que los españoles y españolas tenemos en poca estima.

Música empalagosa y letra almibarada sin sustancia. Pero si al final sale investido este Zapatero punto tres y Ciudadanos logra que la Justicia sea de una vez independiente en nuestro país, todo se podría dar por bien empleado. Aunque hasta cuando ha expresado ese compromiso, pactado obviamente con Rivera, ha sonado Sánchez hueco y vacío, ya que, tal y como lo ha expresado, todo quedará en última instancia, como siempre, en manos de los políticos. No querías Zapatero, pues toma tres tazas. ¿Merecemos nosotros y nosotras esto?

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