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HISPANOAMÉRICA

Explosiva combinación en Bolivia

El 22 de enero, en un acto cargado de pretendida simbología indígena, sobre las ruinas pre-colombinas de Tiwanaku, en el altiplano boliviano, Evo Morales asumió por segunda vez consecutiva la presidencia del ahora denominado Estado Plurinacional de Bolivia. Sorpresivamente, en dramática escenificación, Morales fue ungido supremo líder espiritual de los pueblos indígenas de América.

El 22 de enero, en un acto cargado de pretendida simbología indígena, sobre las ruinas pre-colombinas de Tiwanaku, en el altiplano boliviano, Evo Morales asumió por segunda vez consecutiva la presidencia del ahora denominado Estado Plurinacional de Bolivia. Sorpresivamente, en dramática escenificación, Morales fue ungido supremo líder espiritual de los pueblos indígenas de América.
En su triple calidad de máximo dirigente sindical de la poderosa Federación de Productores de Hoja de Coca, presidente del Estado Plurinacional de Bolivia y líder espiritual de los indígenas americanos, Morales convocó a los dirigentes sindicales y los llamados "movimientos sociales" de Bolivia y del mundo a defender los derechos de la "Madre Tierra" por encima de los de las personas.

Vestido con abarcas, una túnica de lana de llama diseñada para la ocasión y un gorro cuadrado al estilo Gadafi –que dijeron representa los cuatro puntos cardinales–, sus allegados declararon que el polémico dirigente cocalero estaba rescatando la ancestral cultura de los reyes tiwanacotas, autóctonos de los Andes.

Aparte de importantes medios de prensa y delegaciones socialistas fraternales, asistieron a la ceremonia los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez; Paraguay, Fernando Lugo; Ecuador, Rafael Correa, y Chile, Michelle Bachelet. También participó el príncipe español, Felipe de Borbón.

Con los ojos del continente puestos sobre Bolivia ese día, la inauguración presidencial boliviana debió de constituir una fiesta democrática, que afirmase la tranquilidad y progreso de ese empobrecido pueblo en un clima de paz e integración continental. Nada de eso; la ocasión mostró la desestructuración institucional del país, así como las profundas brechas sociales, regionales y étnicas que ahora lo dividen.

Morales impuso por la fuerza y artimañas una Constitución apócrifa, que le permitió la re-elección-. Fue procesada y aprobada ilegal e ilegítimamente, y finalmente sometida a referéndum. En los procesos de consulta electoral, el régimen de Morales triunfa porque juega con dados cargados y utiliza todos los recursos del Poder para imponer su voluntad. Sus métodos incluyen desde dádivas en forma de bonos populares y donaciones de cheques venezolanos a municipios hasta la intimidación, persecución, encarcelamiento y exilio de opositores.

Evo Morales.Como en toda impostura que practican los regímenes totalitarios, la simbología andina de la segunda toma de posición de Morales careció de validez cultural: como sus propias ropas, lo ancestral era más producto de una estrategia de marketing político que otra cosa. Morales, que no habla fluidamente ningún idioma nativo y lleva un apellido español, se presenta como "indio originario", pero su apariencia lo desmiente, pues responde al fenotipo clásico del mestizo de las sierras altas. Sin embargo, ha tenido la habilidad de apropiarse de la representación de lo indígena, con lo que se ha ganado la simpatía del Primer Mundo y de algunos sectores genuinamente indígenas del país, particularmente entre los aymaras. La ausencia de representantes indígenas de las zonas amazónicas y los llanos orientales –que no representan un caudal electoral importante– muestra que el indigenismo de Morales sólo llega hasta donde haya masas dóciles que acepten su suplantación y le rindan su adhesión.

Las imprecisiones arqueológicas y antropológicas en que incurren los asesores de Morales son muchas y lamentables. Para empezar, nadie sabe cuál fue la raza, idioma u origen de quienes construyeron Tiwanaku, mientras que los ritos de los "sabios amautas" conservan algo del sincretismo colonial, con innovaciones introducidas en el último medio siglo. Lo mismo puede decirse del famoso Carnaval de Oruro.

El argumento histórico que presenta la gente de Morales también se fundamenta en una letanía de errores, medias verdades y grandes falsedades. "Nos cortaron las manos y nos arrancaron los ojos cuando quisimos aprender a leer y a escribir". Esta afirmación, sostenida en una masiva campaña publicitaria, aparte de infundir odio carece de toda veracidad.

Entre tanto, Morales, que eliminó la religión católica de la Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia, emerge ahora como el "máximo líder espiritual" de una "religión andina" inexistente. Es posible que por sus vínculos con líderes musulmanes fundamentalistas del Medio Oriente, como el iraní Mahmud Ahmadineyad, haya percibido el poder del fanatismo religioso en asuntos de orden político.

El maridaje de la política con la religión es una fórmula explosiva. Si se agrega la demolición constitucional de las instituciones democráticas y la concentración de los poderes Legislativo, Judicial y Electoral en la oficina del presidente de un país, en este caso el Estado Plurinacional de Bolivia, las consecuencias son dramáticas. La historia nos enseña que este estado de cosas conducirá fatalmente al pueblo de Bolivia hacia una tiranía peligrosa para toda la región sudamericana.


© AIPE

EUDORO GALINDO, historiador y analista boliviano.
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