Menú
CIENCIA

La maldita dupla P-P

En un mundo fascinado por los últimos avances de la tecnología (ultrabooks que juegan a ser ordenadores de Liliput, pantallas de televisión que te reconocen y hablan, medidores de masa de los neutrinos que nos enfrentan a universos imposibles...), millones de personas siguen expuestas a los caprichos de microorganismos que creíamos hace décadas controlados.


	En un mundo fascinado por los últimos avances de la tecnología (ultrabooks que juegan a ser ordenadores de Liliput, pantallas de televisión que te reconocen y hablan, medidores de masa de los neutrinos que nos enfrentan a universos imposibles...), millones de personas siguen expuestas a los caprichos de microorganismos que creíamos hace décadas controlados.

Dos enfermedades oscuras, de esas de las que en el mundo rico sólo tenemos referencia por los relatos de los abuelos, dos males que empiezan por p, han saltado a la actualidad esta semana. Una, casi desconocida en estos lares. Seguramente de nombre ignoto para la mayoría de los que nos leen. El pian. Afecta a más de medio millón de personas en África, Asia y América el Sur. Viaja a lomos de la bacteria Treponema pertenue, un agente terriblemente infeccioso. Su efecto es veloz sobre la piel de los contagiados. Como una suerte de lepra voraz, genera lesiones cutáneas y avanza hasta infectar los huesos produciendo deformidades.

El contagio es facilísimo: basta el contacto piel con piel para que la infección se cuele entre pequeñas heridas o aberturas invisibles. Igual de fácil es su tratamiento. La penicilina pudo reducir en un 95 por 100 la incidencia del mal desde 1970. Pero no está erradicado. De hecho, en los restos de población afectada la bacteria se ha hecho fuerte y amenaza con resurgir.

Un equipo de investigadores españoles liderado por Oriol Mitjà propone ahora una nueva molécula de combate: la azitromicina. Al contrario de lo que ocurría con la penicilina (que se administraba por vía parenteral), este antibiótico puede tomarse oralmente, no requiere pues la asistencia de personal especializado y reduce los efectos secundarios.

En zonas extremadamente pobres del planeta, que una terapia sea inyectable puede suponer un problema. Muchos de los casos de contagio de virus como el herpes o el VIH provienen de un mal manejo de la asistencia sanitaria cuando hay agujas y jeringuillas de por medio. El cambio de estrategia terapéutica puede ser vital. Así ha quedado demostrado en los ensayo clínicos elaborados con 250 niños de Papúa Nueva Guinea.

La OMS tiene ahora encima de la mesa la posibilidad de proponer una revisión de los protocolos de tratamiento. De ser así, estaríamos más cerca que nunca de erradicar el pian. Pero, ojo, más cerca no quiere decir pasado mañana. Serán necesarios más de veinte años para dar la buena noticia.

Piensen si no en el caso de la otra p de este artículo: la polio. Desde que este modesto periodista tiene memoria divulgativa, lleva escuchando de boca de la OMS prometedoras perspectivas de erradicación de mal. Pero la buena nueva no acaba de llegar.

La próxima semana, la citada organización tiene previsto estudiar el plan de acción contra la polio para los próximos años. En el orden del día estará la revisión del tipo de vacuna utilizada. Sobrevuela la posibilidad de que se acabe con la terapia que ha servido para inmunizar al 99 por 100 de los futuros posibles portadores de la enfermedad desde 1988.

La polio es un mal endémico sólo en algunos países del sur de Asia y en Nigeria. Su control ha sido posible gracias a la vacuna trivalente oral, que contiene virus de tres cepas de polio atenuados pero vivos. Se da la paradoja de que muchos casos de polio se producen hoy en día por culpa de la vacuna, que mantiene en el ambiente el agente infeccioso. Los expertos temen que pudieran surgir rebrotes puntuales, bien por el tránsito de población desde zonas endémicas, bien por efectos de rebaño en grupos vacunados.

Para evitarlo podría acudirse a otro tipo de vacuna, fabricada con virus muertos, pero que es mucho más cara. Demasiado para países en vías en desarrollo.

Exite una posible esperanza. Recientes ensayos clínicos realizados con niños cubanos han demostrado que, administrando sólo una quinta parte de la dosis de vacuna con virus muertos en dos tandas, ésta sirve para desarrollar una inmunización total. Es decir, podría reducirse el coste de la vacuna en más del 50 por 100.

Si es así, también en el plazo de algo más de una década podríamos decir que hemos acabado con la otra mitad de la maldita dupla P-P.

 

twitter.com/joralcalde

0
comentarios