Fin de semana

Las afirmaciones de un presunto agente de bolsa que finalmente resultó ser un capullo con gomina revolucionaron por unos días a la legión de indignados trincones que pretende gestionar las finanzas mundiales a su manera. Pero al margen de botarates diversos y del rigor informativo de la BBC, modelo de solvencia para las televisiones públicas continentales, la cuestión sigue sin resolverse. ¿Estamos a las puertas de un Apocalipsis financiero o vamos a poder seguir trincando subvenciones a mansalva unos años más?

Aún no hemos acabado de reponernos del susto que nos llevamos al enterarnos de que es muy probable que Einstein estuviera equivocado (ya saben: eso de que los neutrinos pueden viajar más velozmente que la luz, algo que hasta ahora se consideraba herético)... y ahora nos despachamos con que otro de los grandes pilares de la física está en entredicho. Puede que un kilo no sea un kilo.

Las dos últimas películas que he visto en la cartelera madrileña han sido Los pasos dobles, de Isaki Lacuesta, flamante triunfadora en el Festival de San Sebastián, y Una mujer en África, de Claire Denis. Ambas son cintas complejas que se mueven en la frontera de lo cinematográfico como investigación existencial y formal. Si bien es cierto que allá donde lo clava la directora francesa, que solo ha necesitado 28 meses para ver su película en las pantallas españolas, el director catalán descarrilla de todas todas.

Durante mucho tiempo, para los puristas de la paella solo merecía ese nombre la que consideraban versión original, olvidando que las cosas acaban evolucionando y que los defensores de una ortodoxia inmutable acaban perdiendo sus guerras.

No sé por qué hay tanta gente a la que le cae bien el rollo progre del perdón a los criminales. Cuanto más grande es el criminal, más parece que se complace el vanguardista radical en reducirle el castigo. En ese paraíso progre llamado Noruega tienen desde hace un año, Halden Fengsel, que no tiene barrotes, ni guardas armados ni celdas.