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CHUECADILLY CIRCUS

Tribulaciones de una mariculta en Zapaterolandia

Mis incursiones por el universo ZP me causan gran regocijo, aunque también algunas desagradables sorpresas. Al igual que Oscar Wilde –gracias, César–, soy más espiritual que cínico, aunque mi editor diga que soy "más malo que las arañas". Por esta vez se lo perdono, pero más le conviene seguir manteniendo la línea y echarse prontito una buena novia.

Mis incursiones por el universo ZP me causan gran regocijo, aunque también algunas desagradables sorpresas. Al igual que Oscar Wilde –gracias, César–, soy más espiritual que cínico, aunque mi editor diga que soy "más malo que las arañas". Por esta vez se lo perdono, pero más le conviene seguir manteniendo la línea y echarse prontito una buena novia.
Oscar Wilde.
La penúltima fue una estupenda fiesta de cumpleaños que dos amiguetes celebraron el fin de semana pasado en una finquita muy mona de un barrio del norte de Madrid. Entre los que se colaron (no soporto esa costumbre española de llevarse a toda la pandilla a las fiestas ajenas, sobre todo si entre los gatecrashers aparece uno que se lleva al chico que te gustaba antes de que termines de convencerte de que entre él y tú probablemente no habrá nada), una parejita de clónicos. Tampoco comparto el gusto de muchos enamorados por asimilarse a su pareja y acabar convertidos en un perfecto reflejo del otro. Una vez conocí a unos que tras varios años de convivencia sólo diferían en el color del casco de la moto. Y eso a los liberales no nos gusta nada.
 
En el otro extremo está el patinador Brian Joubert, reciente medalla de oro en los Europeos y al que en seis años han sufrido otros tantos entrenadores –he must be a real bitch–, aunque no parece que ambas situaciones sean comparables, innit? De todas formas, celebro su triunfo y el éxito de su tratamiento contra el acné. Lo malo de los patinadores jóvenes, aparte de su tendencia a suplir su falta de tablas con el revoleo, es la gran cantidad de acné que lucen. Es como si la grasa corporal quemada en tronco y extremidades se les subiera toda al rostro. Misterios de la medicina que alguno de los alegres doctores de La Mañana explicará algún día.
 
A lo que iba: la parejita está formada por una especie de periodista –sus palabras– que trabaja para el PSOE de una provincia meridional y que me perdonó la vida aun siendo gaycon (supongo que utilizaría el "con" as in connoisseur, que será la impresión que debo de causar al que no distingue entre el Ministerio de Defensa y de AAEE: los cursillos de formación del partido ya no son lo que eran)... y el otro, que llevaba una preciosa camiseta bolche chic (v. mi anterior artículo) conmemorativa de las Olimpiadas moscovitas (1980), celebradas poco después de la invasión de Afganistán y en las que tomó parteel equipo español. Como leí hace años en un durísimo editorial de The Spectator a propósito del COI, qué se puede esperar de un fascista que se ha hecho millonario negociando con comunistas (¡cómo se pasan los tories!­).
 
La ministra de Cultura, Carmen Clavo.Interrogado por la procedencia del garment, el chico, que por su cursilería me recordaba a la Bette Davis de sus primeras películas sin glamour, me remitió a www.logoshirt.com, algo que me dejó boquiabierto. ¿No estábamos en que los progres –el sureño confesó serlo desde que nació– estaban en contra de los logos? Al menos eso creía yo, a juzgar por el éxito de No Logo en cierta línea del metro de Madrid que he tenido que tomar en los últimos meses. El pobre las pasó "putas" –textual: ya les he dicho que era como la Davis pero sin estilo– para traducir las tallas del alemán. Juzguen ustedes mismos: grosse, mittel y kleine. ¡Qué difícil! ¿Trabajará para Carmen Calvo? Yo que ella lo contrataría at once. Para que luego digan que soy malo: si parezco una agencia de colocaciones...
 
Pero lo peor de la noche no fue nada de lo que les vengo relatando. También hubo lo bueno: comida, bebida, gente de Peones Negros y de algo denominado "el grupo de Pío Moa" (whatever that means, it can’t be bad). Me hice con varios números de teléfono, así que con suerte no tendré que ir a Lavapiés pidiendo guerra. Bueno, lo peor fue que un par de feúchos erigidos en sacerdotisas del comentario cultural basura, remedo actual de la célebre mesa camilla que Olvido organizaba con sus amistades many moons ago, me llamaron "mariculta". Así, a bocajarro, sin provocación por mi parte, y apostillaron: "Por tu forma de vestir, por cómo hablas"; y más tarde hasta por una canción que me gusta.
 
He de confesar que no estaba preparado para una cosa así. Respondí sugiriendo que su analfabetismo les impedía ver más allá de sus feas narices, aunque luego me reconcilié con ellos y echamos unos bailes juntos. De todas formas, eso de dar la impresión de ser un comercial del Libro Gordo de Petete no me ha hecho gracia. Por lo visto, ni mis zapas multicolor ni mis jeans atados por atrás ocultan mi afición por la letra impresa. Ya decidiré si debo hacer algo al respecto.
 
Hablando de nomenclaturas: el hecho me recordó la divertidísima clasificación que hace tiempo hiciera Leopoldo Alas, antes de perder totalmente su sentido del humor, es decir, de que trocara la literatura por el escupitajo político. Él, que podría haber sido el Alfonso Ussía (I want to meet his hair colorist) de la progresía libertaria, convertido en servil seguidor de ustedes ya saben quién. Olvidó el ex divino Leopoldo a la mariculta, aunque no al homoseñor.
 
Y a su busca y captura –del homoseñor, claro está– dediqué la tarde anterior a la noche de la fiesta, asistiendo a una representación de La sospecha, obra basada en El abuelo que protagoniza Nati Mistral en un teatro subvencionado de Madrid. Lo hice como parte de la terapia entre-él-y-tú-no-habrá-nada que les contaba más arriba. Ya saben, de un extremo al otro.
 
Nati Mistral.Pues bien, ni homoseñores ni nada, sólo un montón de señoras que habían confundido la sala con una cafetería. Supongo que me habrá cambiado el gusto, o que los homoseñores de antaño se han hecho adictos al botox y ya no los reconoce ni la madre que los parió. A ellas las comprendo en parte, pues, dada la ínfima calidad de la obra –excepto la Mistral, todo lo demás, especialmente la escenografía y los absurdos arreglos musicales, era de lo peorcito que he visto en tiempo: modalidad carca de las atrocidades de Calixto Bieito–, uno podía elegir entre dormir la siesta o charlar con los amigos. No creo que Nati Mistral se merezca directoras así. Toda una vida trabajando para que le pongan en un brete.
 
Así que, dispuesto a brush off todas mis desventuras, el miércoles me fui a ver a Sarassas Music y McNamara. La gloriosa reaparición de Fabio en Rock Station junto al divino Miguélez fue una de las mejores noticias del 2001. Todavía siento escalofríos al recordar su fabuloso concierto en la sala Arena. Gran decepción: Fabio apareció con bomber amarilla y cubierto de vírgenes a lo Kill Hill –él lo hace en serio; el párroco de su barrio me lo confirmó hace unos días–. La actuación, más bien mediocre, a pesar de las continuas referencias a Sotogrande y a la pelirroja de Mujeres Desesperadas, y al "Suck it to Me" del legendario Cómo está el servicio… de señoras.
 
Por desgracia, todo fueron temas del nuevo disco, un auténtico rollo, salvo las confesiones autobiográficas que revelan que, como otros, Fabio está fuertemente instalado en una fase post progre ("¿Quién es ese hombre del Partido Popular que me hace sentir mujer?"). Es difícil estar a la altura de Rock Station, el álbum que dio al vocablo "maricón", y por ende a mi vida, un nuevo sentido.
 
Entre los asistentes, un miembro de Placebo y Paco Clavel. Debo decirlo: Paco está absolutamente acabado. Atrás quedaron sus fabulosas performances en Morocco y aquellos programas de radio. Espero que al menos conserve la colección de discos. Terribles gafas a lo Señor Magoo y un aspecto mustio y decaído. ¡Quién te ha visto y quién te ve!
 
Visto lo visto, qué quieren que les diga. Prefiero ser mariculta que Zerolo de playa. Más vale ligar en una mani anti ZP que lucir implantes ante una manada de dinosaurios setenteros.
 
Así que, that’s the week that was; o, si lo prefieren, see you later, alligator.
 
Até mais.
 
 
LUIS MARGOL. Inquire whitin: chuecadilly@yahoo.es
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