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Guillermo Dupuy

A Rajoy le gusta estar 'en funciones'

Es ese regusto por la mera gestión ordinaria y continuista lo que nos ha llevado a vivir estos años, en tantos aspectos, una tercera legislatura de ZP

Es evidente que con la mera "gestión administrativa ordinaria de los asuntos públicos, ausente de valoraciones y decisiones en las que entren criterios políticos", tal y como la ley viene a definir lo que debe ser un Gobierno en funciones, no se pueden afrontar hechos tan graves como las numerosas muestras de fragilidad que todavía muestra nuestra recuperación económica, o que el paro siga enquistado en el 20 por ciento, o que nuestras sobredimensionadas administraciones públicas necesiten un ajuste de 4.000 millones de euros, no ya para cumplir en 2016 el tope del déficit del 2,8 por ciento acordado inicialmente con Bruselas, sino el del 3,6 por ciento que el Gobierno anunciaba hace escasas semanas. Otro tanto se debería decir de la vigente rebelión institucional que se vive en Cataluña contra nuestra nación y nuestro Estado de Derecho.

A pesar de todo lo anterior, a Rajoy no le crea "ansiedad" alguna el hecho de que su Gobierno siga en funciones, tal y como ha venido a reconocer él mismo este domingo. Y, ciertamente, a la vista de cómo el presidente del Gobierno ha desperdiciado, tanto por falta de principios como de carácter, su amplísima mayoría absoluta, podemos estar seguros de su tranquilidad. Ha sido precisamente ese regusto continuista de Rajoy por la mera gestión administrativa ordinaria de los asuntos públicos, ausente de valoraciones y decisiones en las que entren criterios políticos, lo que nos ha llevado a vivir estos años, en numerosos y decisivos aspectos, una tercera legislatura de Zapatero bajo siglas del PP.

Rajoy y los suyos carecen de unos principios alternativos a esa socialdemocracia condescendiente con el nacionalismo que impera en nuestro país, y del carácter necesario para querer enfrentarse a los partidarios del statu quo. El hecho de que el Gobierno esté en funciones procura además al registrador de la propiedad que lo preside no sólo la excusa perfecta para no tener que llevar a cabo profundas reformas estructurales, sino que también le evita la engorrosa tarea de bajar a la arena pública para dar explicaciones.

Si por Rajoy fuera –y a los hechos me remito–, el reloj para la celebración de unas próximas elecciones destinadas a desatascar la situación actual seguiría parado. Y lo peor es que sus únicas criticas a sus adversarios van dirigidas contra Ciudadanos, la única formación con la que, según algunos sondeos, el PP podría sumar una mayoría suficiente para gobernar tras las próximas elecciones.

Dice Rajoy que Ciudadanos y PSOE "van juntos". ¿Y junto a quién –pregunto yo– quería gobernar Rajoy tras las elecciones del 20-D? ¿Y junto a quien pretende gobernar Rajoy tras las que se celebren en junio?

Nada le gustaría más a Rajoy que gobernar con los socialistas, cosa que no implicaría sustancial cambio alguno respecto de lo que ha supuesto este irreconocible Gobierno del PP, con la diferencia de que quedaría neutralizada la critica del principal partido de la oposición y, lo que es infinitamente más grave, la posibilidad de que el PP se regenere y recupere sus traicionadas señas de identidad.

Pero Rajoy y los suyos pueden estar, ciertamente, tranquilos si de lo que se trata es de seguir en el poder, ya sea en funciones, ya sea con el apoyo del PSOE.

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