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Guillermo Dupuy

Camps, hundido

Aunque Camps afirmara que "llegado el momento muchos bajarán la cabeza por las barbaridades que han contado durante estos años", la cacería Gürtel ha conseguido abatirle políticamente y ese triunfo no lo va a revocar ninguna declaración de inocencia

Algunos podrán pensar, tras la absolución de Camps, que la "cacería Gürtel" no ha servido para nada. Sin embargo, el espionaje policial y los pinchazos telefónicos a los miembros, sospechosos o no, del PP; la bochornosa instrumentalización de la Fiscalía; las seleccionadas e ilegales filtraciones a los medios de sumarios y conversaciones telefónicas; las clamorosas violaciones del secreto de las comunicaciones entre imputados y abogados defensores, o los millones de euros que ha costado el espectáculo de ver sentado en el banquillo a quien no ha visto acrecentar su patrimonio en un sólo centimo durante sus muchos años como presidente de la Comunidad de Valencia, ha servido para mucho.

La cacería Gürtel ha conseguido abatir políticamente a una pieza tan importante como Camps y ese triunfo no lo va a revocar ninguna declaración de inocencia. Y es que también se equivocó el propio Camps, cuando sabedor de su inocencia, afirmó el día que le imputaron: "Llegado el momento muchos bajarán la cabeza por las barbaridades que han ido contando durante estos años". ¡Qué van a bajar la cabeza! Buscarán -lo han hecho ya y lo seguirán haciendo- todo tipo de excusas; algunas tan ridículas como eludir la palabra inocente en sus titulares o como cuestionar editorialmente el veredicto de inocencia por haber sido aprobado cinco votos contra cuatro o por haberlo emitido un jurado popular. ¿Habría minusvalorado El País –o El Mundo- un veredicto de culpabilidad por el hecho de ser emitido cinco votos contra cuatro o por ser emitido por un jurado popular? Lo digo porque entre las muchas cosas que en su día le reprocharon a Camps, y que tanto espacio quitaron a las tantas críticas que sí se le podían hacer como gobernante, estuvo precisamente la de que "querer evitar por todos los medios sentarse en el banquillo de los acusados ante un jurado formado por nueve vecinos de Valencia".

Con todo, y por mucho que comparta el esplendido artículo de Arcadi Espada titulado "Justicia 5, Prensa 4", lo de los trajes de Camps nunca fue una cuestión de Justicia. Fue una batalla política que se libraba y que se ha ganado en los medios.

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