Menú
Guillermo Dupuy

Diga lo que diga el Papa

Acusar al Papa de justificar veladamente la violencia islamista, más que falta de seriedad, denota falta de ponderación.

"Las viñetas son irónicas, sarcásticas, hasta vulgares, pero ustedes, musulmanes, ¿por qué deben responder con la violencia?, ¿por qué no responder a una cosa escrita con otro escrito?". Ya podría el papa Francisco haber hecho suyas estas palabras del padre Samir Khalil Samir, un jesuita egipcio experto en islam que fue asesor de Benedicto XVI en temas de Oriente Medio. La referencia de Francisco, en cambio, al "puñetazo" que podría esperar quien faltase al respeto a su madre es un desafortunado ejemplo no sólo de los limites morales y, en mucha menor medida, también legales que tiene la libertad de expresión, sino también de esa "enérgica condena" que, según el propio Santo Padre, merece "toda violencia que busca una justificación religiosa".

Dicho esto, utilizar el resbalón retórico del Sucesor de Pedro –resbalón criticable pero no más que algunas de las viñetas de Charlie Hebdo para acusarlo de justificar veladamente la violencia islamista, ocultando para ello tanto su solidaridad ante los humoristas ateos asesinados como al hecho de que haya condenado como una "aberración" su asesinato, más que falta de seriedad, que diría Luis Herrero, parece falta de ponderación.

Sin esa ponderación, sin esa capacidad para graduar la aceptación o el rechazo que suscita lo que leemos u oímos, de nada sirve lo que diga cualquiera, incluido el Papa. Si este hubiera hecho suyas las palabras del padre Samir, no faltarían, entonces, quienes le acusarían de acusar a todos los musulmanes de responder con la violencia a todos los escritos contra el islam. Y es que, no lo duden ustedes, el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica será criticado, diga lo que diga. Y sin temor alguno a recibir un puñetazo.

Temas

En Internacional

    0
    comentarios