Menú
DRAGONES Y MAZMORRAS

De premios y aniversarios

Asistí el otro día a lo que para mí será la última del año, excepción hecha de los rendez-vous familiares propios a estas entrañables fechas. Se trataba de la entrega de los Premios de Cultura de la Comunidad de Madrid que según tengo entendido se celebraba por primera vez en su historia, que ya va por los catorce años.

Ya es raro que ningún gobierno le sacara rédito, pero me dicen que jamás salió mención de estos galardones más que en Boletín de la Comunidad, que no es precisamente el más leído de los muchos papeles que se publican dentro de sus límites jurisdiccionales. Leo en el historial que me adjuntaron en su día, cuando se reunió el Jurado, que en lo que a mi especialidad respecta, el primero que lo tuvo fue Juan García Hortelano, en 1990 y luego, en años sucesivos, excepto en 1996 y 1997 en que no hubo convocatoria, Rafael Sánchez-Ferlosio, Rosa Chacel, José Luis Sampedro, Fernando Lázaro Carreter, Antonio Buero Vallejo, Javier Marías, Manuel Seco, Antonio Muñoz Molina, Andrés Trapiello (ya estamos en el 2001), Josefina Aldecoa, hasta llegar al presente que ha sido concedido a Julián Marías, y ya era hora. Durante los cuatro primeros años sólo se contemplaban tres especialidades: Música, Literatura y Artes Plásticas. En 1994 se añadió Cine que en 1998 pasó a llamarse Artes Cinematográficas y también se incluyó un premio a las Artes Escénicas. En 1999 entró en danza la Danza y en el 2000 la Fotografía, adquiriendo este año los premios su formato actual: Teatro, Danza, Música, Literatura, Artes Plásticas, Fotografía y Artes Cinematográficas y Audiovisuales. Perdonen si me he extendido demasiado en estos detalles pero nada más ilustrativo que estos cambios semánticos para entender no sólo la evolución de la percepción y del gusto, sino la tendencia de los jurados a inclinarse a lo primero que nombran las respectivas denominaciones. A nadie se le escapará que, en esta tesitura, las cosas se complican (o según se mire, se simplifican) sobremanera. Por ejemplo, en Música, ¿a quien hay que premiar? ¿A un compositor o a un intérprete? Y lo mismo vale para la Literatura (¿narrador, poeta, filósofo, filólogo?) y así para las distintas categorías, pues son muchas las especialidades y los subgéneros que merecen ser destacados. Total, que siguiendo con la modalidad que mejor conozco, hay una más que evidente tendencia a premiar a narradores que a filósofos o poetas, y por tanto yo sugeriría que se sustituyera "Literatura" por un más genérico Premio a las Letras en el que nadie, como en la vieja Castilla, "es más que nadie".
 
Pero volviendo al Acto, éste fue más espectacular que académico y aunque los siete premiados eran gente toda ella de valía –Tomás Marco (Música), Julián Marías (Literatura, representado por su hijo Fernando, a quien no hay que confundir con el novelista Fernando Marías), María Jesús Valdés (Teatro), Elías Querejeta (Artes cinematográficas, representado por su hija Gracia Querejeta, persona a quien no conozco pero que parecía estar de morros), Ouka Lele (Fotografía, de nombre Bárbara Arellano Gil de Biedma y prima segunda de la presidenta Aguirre, lo que llenará de desconcierto a más de un idiota), Luis Feito (Artes Plásticas) y Victor Ullate (Danza), la estrella de la matinée fue Luis García Berlanga, que recibía la Medalla Internacional de las Artes, distinción en cuyos anales figurará Berlanga por ser el primer español que la recibe, y también era hora. Entre el público, mucha autoridad y pocos periodistas -fotógrafos y cámaras de televisión aparte- lo que debería dar que pensar a los responsables de prensa de la Comunidad. A ver qué pasa con los premios del año que viene pero mucho me temo que en esa prensa cultural de a pie está la madre del cordero de la difusión de cualquier cosa. Y a la prensa, lo saben las editoriales, lo sabe el Círculo de Bellas Artes, lo sabe incluso el Instituto Cervantes, hay que mimarla y personalizarla.
 
No quiero que se termine el año sin recordar dos cumpleaños que apenas se han mencionado en los medios españoles, demasiado ocupados en asuntos internos como para mirar al exterior. Me refiero al 75 cumpleaños de Tintín, personaje de ficción con vida propia, y al bicentenario del nacimiento de George Sand, escritora francesa considerada un muermo por la mayoría de los lectores españoles pero cuya vida tiene mucho hilo que retorcer. Sobre Tintín remito a la biografía que ha publicado este mismo año Fernando Castillo, titulada El siglo de Tintín, Biografía, en la editorial Páginas de Espuma. Castillo, especialista en Derecho, Historia y Ciencias Sociales, es prácticamente el único español que acaba de entrar, de pleno derecho, en la muy exclusiva "secta de los tintinólogos", a la que pertenecen reputados científicos, historiadores y semiólogos del mundo entero. En su libro sigue, álbum a álbum, la evolución del personaje al socaire de los acontecimientos históricos y de la vida de su creador, Hergé (Georges Rémi). Con gran habilidad, Castillo nos va contando los distintos procesos y cambios introducidos con el correr de los años en el personaje. Desde el adolescente algo atropellado de los primeros álbumes, Tintín en el país de los soviets, Tintín en América y Tintín en el Congo, pasando por el joven reflexivo y maduro de los álbumes del esplendor de la vida de ambos, hasta llegar al ya algo distante y cansado reportero que se despide de los lectores en Tintín y los Pícaros. Entretanto, las historias se han ido enriqueciendo con otros personajes, como Tornasol, el capitán Haddock, o los inseparables inspectores Hernández y Fernández, sin dejar de mencionar a la inolvidable Bianca Castafiore, que han llegado a ser tan populares como el protagonista y que configuran el entrañable e insustituible mundo de Tintín. Como aportación original, Fernando Castillo recoge todo lo que se refiere al impacto de este personaje en el ámbito español, desde la exigua presencia de España en las peripecias internacionales del gran viajero que es Tintín, hasta su recepción por parte de los lectores españoles que sólo a partir de 1958, cuando el reportero iba a cumplir ya 30 años de su incombustible existencia, pudieron aficionarse a sus aventuras ya que fue en esa fecha cuando la editorial Juventud empezó a traducir sus álbumes con regularidad. Y como se me acaban el espacio y el tiempo, en igual y armoniosa proporción, la semana que viene les hablaré de doña Aurore Dupin, alías George Sand, escritora y amante.
0
comentarios