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CRÓNICAS COSMOPOLITAS

Los terroristas en el armario

Yo no he estado nunca en el Instituto del Mundo Árabe de París, ni pienso ir, y no sólo porque me repele la arquitectura agresiva de ese edificio, obra del pomposo arquitecto Jean Nouvel, sino sencillamente porque forma parte de la red de institutos, mezquitas y centros “culturales” islámicos subvencionados y controlados por Arabia Saudí, uno de los países más reaccionarios del mundo, que también, o sobre todo, subvenciona el terrorismo.

Yo no he estado nunca en el Instituto del Mundo Árabe de París, ni pienso ir, y no sólo porque me repele la arquitectura agresiva de ese edificio, obra del pomposo arquitecto Jean Nouvel, sino sencillamente porque forma parte de la red de institutos, mezquitas y centros “culturales” islámicos subvencionados y controlados por Arabia Saudí, uno de los países más reaccionarios del mundo, que también, o sobre todo, subvenciona el terrorismo.
 
 
Yo jamás he estado, ni pienso ir, en el Museo Guggenheim de Bilbao por muy interesantes que sean sus exposiciones porque paga el “impuesto revolucionario” a ETA. Curiosamente, me confirmé en mi propósito cuando hace un par de años, almorzando con una pareja de amigos, editores de arte, en París, me contaron que su hija, Hermine, que vive en Andalucía, porque le chiflan los caballos, les había escrito para prohibirles ir al Gugenheim, cuando como tantos tenían ganas de ir, porque el museo subvenciona a los terroristas etarras, que acababan de cometer un sangriento atentado en Sevilla. Me preguntaron si consideraba que su hija estaba algo loca y respondí que me parecía excepcionalmente cuerda. Yo jamás volveré al Festival de Cine de San Sebastián, por los mismos motivos, ni siquiera a San Sebastián a secas, salvo para manifestarme con los de ¡Basta ya! o dar un par de bofetadas a Odón Elorza. Me temo que esté presumiendo demasiado, porque a mi edad, manifestar o pelear, más vale evitarlo. La última manifestación a la que asistí, yo que me he manifestado en tantas, fue en París, en defensa de Israel y contra el pujante antisemitismo. Como fue muy bonita, alegre y masiva, espero que concluya así el ciclo de mis manifestaciones.
 
Se podrá considerarme demasiado sectario e intolerante, pero no estoy convencido de que así sea, porque no querer colaborar, ni siquiera simbólicamente, con el terrorismo me parece una exigencia mínima. Además, mi sectarismo es, por ahora, totalmente pacífico, por supuesto no he colocado bombas, ni tirado piedras, ni siquiera realizado pintadas, en estos lugares o edificios, y conozco, sin retirarles, por ahora, el saludo, a gentes que han estado en el Guggenheim de Bilbao, en San Sebastián, en el Instituto del Mundo Árabe de París o en ciertos grandes almacenes de los que se dice que también pagan el “impuesto revolucionario” para evitar nuevos atentados.
 
Lo que en cambio no acepto es la utilización asquerosa que hacen del grave problema del terrorismo en estas elecciones el PSOE y "otras cagaditas de izquierda”. Los socialistas creen “indecente” que se pretenda “sacar votos de las bombas”, subtitulaba estos días El País. ¡Los indecentes son ustedes! ¿Qué habría que hacer? ¿Silenciar el terrorismo etarra, que constituye un cáncer para la sociedad española? ¿Aplaudir a ETA? ¿Vitorear a Carod porque conspira con los terroristas? Además se atreven a decir que “estamos todos contra ETA”, pero algunos menos, con tal de que se fastidie al PP. Si la lucha eficaz y totalmente democrática (sin GAL) que conduce el Gobierno del PP contra el terrorismo le merece votos, pues ¡vivan los electores!
 
Estoy recibiendo estos días propaganda electoral y, concretamente, las cartas a los “españoles en el exterior” de Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero, candidatos ambos a la Presidencia del Gobierno, como tal vez no lo ignoren. Son malas, escritas sin garra, en un estilo que sólo emplean hoy los inspectores de Hacienda. Empecemos por la primera que he recibido, la de Rajoy. Adjunto a la carta, un catálogo de medidas logradas y de promesas para mañana. No todo es moco de pavo, como, por ejemplo, la disminución del paro, del 23 por ciento en tiempos socialistas al 11 por ciento. Aún es demasiado, pero está muy bien. Me llamó la atención que se limitara a cuestiones económico-sociales, sin aludir siquiera a la construcción europea o a la política internacional. En cambio, Zapatero, en un par de líneas, alude a ello, y lo que escribe bastaría para que no votara por él. Por ejemplo: “El Gobierno de España ha abusado de su mayoría absoluta. Además ha cometido graves errores que le han enfrentado a la opinión pública y han alejado a nuestro país de sus socios europeos”.
 
Esto es pura mentira, jamás España ha sido mejor considerada fuera de sus fronteras. Incluso en los momentos de mayor tensión en la crisis iraquí, la mayoría de los países europeos compartía las posiciones de Tony Blair y José Maria Aznar, al rechazar la cruzada antiyanqui y pro-Sadam de Francia. Además, Zapatero parece no haberse enterado de que las cosas han cambiado, y no es por casualidad si el presidente Chirac ha ido a Hungría para “pedir perdón” a los húngaros y de refilón a los demás países del Este de Europa Tampoco lo es que el primer ministro francés, Raffarin, ha estado en Madrid para rendir homenaje al “magnífico partido de centro”, que sería el PP. Si cito sólo ejemplos franceses, sin hablar de todos los demás países que ya han manifestado su solidaridad con el Gobierno español, es precisamente porque Francia había encabezado, con arrogancia bonapartista, dicha cruzada, pero se han dado cuenta de que se estaban quedando muy solos, al revés de España, e intentan corregir sus errores.
 
De todas formas, en minoría o no, la postura del Gobierno en esta crisis, de solidaridad con la democracia a nivel internacional, contra las tiranías y el terrorismo, me parece totalmente acertada, y su valentía ante los tumultos callejeros, ejemplar. Le diré, señor Zapatero, que usted no es el propietario de la “opinión pública”, y ésta va a manifestarse en las urnas, porque en democracia son las elecciones las que deciden y no la “calle”.
 
En ninguna de las dos cartas “a los españoles en el exterior” leo la menor referencia al terrorismo de ETA. ¿Piensan realmente que no nos interesa? ¿Qué ese tremendo cáncer de la sociedad española no cuenta para que decidamos votar por tal o cual candidato? ¿Que solo nos interesa nuestro empleo, nuestras pensiones y la Seguridad Social? Desde luego, el bienestar de los ciudadanos, la disminución del paro, una mejoría del sistema de Sanidad, todas estas cuestiones son fundamentales y pesan lógicamente en las elecciones. Pero el hombre no vive sólo de pan, y estamos hartos del terrorismo. Más en Bilbao que en París, probablemente, pero también en París. Y España no es un país aislado en el mundo, y lo que pasa en el mundo nos atañe directamente. A eso se le llama a veces mundualización. Equivocadas, manipuladas, con simbólicos objetivos profundamente reaccionarios, a mi modo de ver esas manifestaciones, que implícitamente se atribuye Zapatero, demuestran en todo caso que los españoles no son indiferentes a los asuntos del mundo. Y aún menos indiferentes al terrorismo etarra, como otras manifestaciones lo han demostrado sobradamente. Claro, que en este tipo de cartas al "elector posible" no puede tratarse todo, sólo se señala lo que se considera esencial. Pues esto que acabo de indicar también es esencial. En resumidas cuentas, esta propaganda electoral no da ganas de votar, y si votamos será pese a ella.
 
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