LAS GUERRAS DE TODA LA VIDA
La cabeza de un ministro
Cuando la abuela de mi amigo Jaime Naifleisch, nacida en la Rusia prerrevolucionaria, quería subrayar el mérito intelectual de alguien, afirmaba que tenía "la cabeza de un ministro". Tal vez tuviese razón en los términos de aquel mundo, el de los zares, en el que, pese a uno que otro Rasputín, que no poseía cargo oficial alguno, se suponía que un ministro era, necesariamente, un tipo inteligente.