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Iván Vélez

Cruz sumergida en agua salina

Los chicos otrora llamados "de la gasolina" han hecho el trabajo sucio de un consistorio municipal.

Los chicos otrora llamados "de la gasolina" han hecho el trabajo sucio de un consistorio municipal.
Cruz del Cabo Quilates (Baracaldo). | Europa Press

El título escogido para este artículo bien podría corresponder a alguna de esas obras plásticas que irrumpen en el circuito del arte arropadas por una polémica, casi siempre unidireccional, en lo que se refiere al trato de los símbolos religiosos manipulados por el artista o creador de turno. La imagen que vamos a comentar recuerda vagamente las producciones de Damien Hirst: una cruz de hormigón sumergida en las salinas aguas del Cabo Quilates, en Baracaldo. Los autores, pues nos hallamos ante una obra coral: un conjunto de jóvenes vascongados cuya acción vandálica ha sido arropada ("En los tiempos actuales de reforzamiento del fascismo español, la lucha antifascista es fundamental. ¡Luchemos contra el fascismo, organicemos a la juventud y luchemos, y construyamos un País Vasco libre y antifascista!", así se han manifestado en Twitter) por Ernai Barakaldo, colectivo que se acoge a la terna "Independencia. Socialismo. Feminismo". Ernai es el nombre bajo el que opera el frente de juventudes de Sortu, organización en cuya cúpula se halla el exjefe de ETA David Pla. Como es sabido, Sortu forma parte de EH Bildu, socio prioritario del doctor Sánchez.

Los hechos ocurrieron con la habitual nocturnidad. Durante la madrugada, un conjunto de encapuchados, que de este modo ocultaron sus identidades en el vídeo en el que inmortalizaron su hazaña, derribaron la cruz que se alzaba en la Dársena de Portu en recuerdo a los presos asesinados por los milicianos en el barco Cabo Quilates en el comienzo de la Guerra Civil. El mentado derribo viene a dar continuidad a las acciones cruzfóbicas, de las cuales la que afectó a la de Larrabeztu constituye un precedente casi inmediato de la baracaldesa, y cuyo objetivo más ambicioso es, sin duda, la de Cuelgamuros. Eliminada la cruz de Baracaldo, los chicos, otrora llamados "de la gasolina", han hecho el trabajo sucio de un consistorio municipal que tenía prevista la sustitución del símbolo cristiano por una serie de paneles explicativos ajustados a la legislación memoriohistoricista, que, en el caso vasco, omite cualquier alusión a ETA.

La bermejía de los chicos de Ernai, "organización juvenil revolucionaria de la Izquierda Abertzale, dirigida a un País Vasco joven, libre, socialista, feminista, ecologista y vascoparlante", choca frontalmente con los símbolos tradicionales de las Vascongadas, tan marcadamente cristianos, recordemos el Y se limpie aquella tierra. Limpieza étnica y de sangre en el País Vasco, siglos XVI-XVIII, de Míkel Azurmendi, que incluso se mantuvieron, en forma de doble cruz, en la enseña araniana, de la que Ernai, más afecta a la estrella y al puño derecho cerrado, prescinde en sus redes sociales, a pesar de su omnipresencia en todo tipo de ceremonias públicas de carácter secesionista.

El derribo, sin embargo, no puede ocultar realidades tan tozudas como el hecho de que los mozos de la soga son herederos del diálogo cristiano-marxista entablado en sacristías y seminarios presididos por esas cruces que hoy abaten en la misma ciudad que, en julio de 1950, recibió con entusiasmo a Francisco Franco. La cruz que con tanto odio ha sido sumergida en las aguas cantábricas evoca también aquellas palabras llenas de resentimiento que pronunciara en su día el padre ideológico de tan vascoparlantes hijos: "Si algún español se ahoga y pide socorro, contéstale: ‘Niz eztakit erderaz’ [no sé castellano]".

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