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Javier Somalo

La soledad de Casado

Ya está aquí la campaña de las fuerzas vivas y mediáticas que tratará de convencer a Pablo Casado de que su oposición es "dura", terrible adjetivo.

Ya está aquí la campaña de las fuerzas vivas y mediáticas que tratará de convencer a Pablo Casado de que su oposición es "dura", terrible adjetivo.
Pablo Casado en la toma de posesión de Isabel Díaz Ayuso. | EFE

Titula Anabel Díez en El País: "Casado se queda solo en su estrategia ante los indultos". Dice la periodista que los "aliados naturales del PP en la banca, las organizaciones empresariales y la Iglesia se distancian de la dura oposición al Gobierno que ejerce el líder popular".

Ya está aquí, de lleno, la campaña de las fuerzas vivas y mediáticas que tratará de convencer a Pablo Casado de que su oposición es "dura", terrible adjetivo. Los que animaron y hasta aplaudieron al popular —toda la izquierda— tras la aciaga moción de censura a Sánchez, que revivió a Sánchez y trató de hundir a Abascal, pulsan las alarmas en la sede en venta de Génova 13 para que Pablo Casado vuelva a RAC1 a arrepentirse de sus pecados. Lo van a intentar cada día.

Pero por más aliados que tenga el Gobierno en el crimen no cambia la ilegalidad del golpe, resuelta ahora con otra ilegalidad, además de con un juicio y una condena convertidos ya en pantomima. Más bien al contrario: aumentan las razones para resistir. Es sabido que cuando uno actúa fuera de los dictados de El País, está solo. Así ha sido siempre y hay que llevarlo a gala. Quedarse solo, con millones de personas al lado defendiendo la Ley, es un buen patrimonio que hay que saber administrar.

No, ni todos los banqueros, ni todos los empresarios, ni todos los obispos están por el golpe, que es lo mismo que perdonarlo para subsistir. Y si nos bajamos del concepto elitista de sociedad, tan de izquierdas, que tiene El País, está bien claro que tampoco están por el golpe y el perdón la mayoría de los ciudadanos españoles de a pie, que son los que votan y trabajan aunque no tengan acciones de Prisa.

Así que nos queda confiar en que Casado resista a los cantos de sirenas apaciguadoras, ya sean genovesas, prisaicas o murcianas, porque ahora, desde que resistió al Círculo, tiene razón, la seguirá teniendo aunque El País sume activos en contra, y se la terminarán dando los "aliados naturales", los postizos, los empresarios decentes y los buenos católicos. Casado tiene la gran oportunidad de demostrar muchas cosas en el momento justo.

Una lección histórica, de los años 30: cuando la izquierda cambia el régimen, expulsa a la derecha y la prohíbe gobernar, sin tapujos. Una lección de Madrid, de mayo de 2021: a la contra, si se aguanta, se gana de calle.

Empresarios y obispos

Nada cambian las lágrimas de Garamendi. No digo que no fueran sinceras pero si se metió en un berenjenal ha de salir con sinceridad y valentía. Se queja de que el balance que se hizo de su intervención en el Círculo de Economía es injusto: "Toda una vida frente a media hora de entrevista". Claro, y ¿qué dijo en esa media hora? Porque en menos tiempo se arruina toda una carrera. Y en un segundo se pierde un partido, una guerra o el oremus. La CEOE aplaudió a Garamendi porque lo ha pasado mal en estos días o porque la propia organización considera que está bien indultar a los que han provocado un éxodo empresarial por muerte civil.

Lo mismo en la CEOE hay asociados que han tenido que huir de Cataluña porque algún buen amigo, de los que ya están en la calle, les puso a sus productos o en la puerta de su negocio ese "No Compreu" tan conciliador. Pues Garamendi ya tiene Medalla al Mérito y ovación corporativa en una semana que dice que ha sido "difícil" porque él siempre ha defendido el imperio de la Ley y eso lo saben, añadió, "los que me conocéis". No lo niego pero el problema de un personaje público que disfruta de subvención es que ha de hacerse entender también por los que no le conocemos y aun así le pagamos por obligación. Y no se puede defender a la vez el imperio de la Ley y los indultos en Cataluña. Mucha gente ha sufrido, mucha, aunque no la hayamos visto llorar.

En cuanto a la Iglesia, algunos obispos españoles han querido estropear los titulares de El País y aunque el principio de jerarquía es insoslayable, queda la esperanza de que no toda la Iglesia española se esté equivocando sobre lo que significa perdonar y quién debe hacerlo. ¿Se quedan solos en su protesta los obispos que no defienden este indulto? ¿Se quedan solos los fieles que no quieren comulgar en esa fila del golpismo redimido? Lo que deben es elevar la voz.

¿Y por qué no indultan, por ejemplo, a Rodrigo Rato? Su caso no se parece en nada al de los golpistas pero matar no ha matado a nadie, no ha actuado jamás con violencia y no es sedicioso. ¿Es más grave su delito que el de subvertir el orden constitucional? Ah, que no puede sostener al gobierno de Sánchez... Pues menuda prevaricación. La derecha no merece perdón porque delinque con saña; la izquierda, por el contrario, delinque para alcanzar algo superior: el mal supremo. Es otro nivel.

Estos indultos son una amnistía contra todo criterio jurídico y contra buena parte del sentir judicial porque son perdones colectivos orientados a pagar un favor particular: que los indultados sostengan con sus votos parlamentarios al gobierno de Sánchez porque por las urnas no tiene mayoría suficiente. Que un golpe sostenga a un gobierno. ¿Y sólo por los dos años que quedan hasta las próximas elecciones generales se arriesga tanto? Una apuesta tan alta sólo se hace para perdurar incluso ante unas elecciones adversas. Historia de España, aunque nos la quieran esconder con una Ley de Memoria.

La oposición está en Colón

Dicen los que temen de veras a la sociedad civil que lo de Colón fue muy flojo. No es cierto pero, en todo caso, nunca recuerdan que las últimas Diadas parecían el cumpleaños de un náufrago y, sin embargo, ellos han llegado hasta donde se han propuesto gracias a la debilidad del Estado. Si hay que repetir Colón se hará, sin duda. Y si lo convocaran al unísono Casado y Abascal, y hasta Inés Arrimadas, a lo mejor algunos banqueros, empresarios y obispos tenían que encerrarse unos meses a recapacitar en la sede de El País.

Por si faltaran pulgas, ya han hecho acto de presencia Arnaldo Otegui y el PNV en la derivada final del Pacto de Perpiñán, comunión del separatismo que distinguió las tierras de sangre de las seguras. ¿Por qué iban a seguir matándonos si nos hemos retirado y ya ocupan nuestras posiciones? Tal es el fin del terrorismo etarra, ligado al golpismo catalán. Indultan a los presos del 1-O y reagrupan a los de ETA a la espera de que la competencia vasca en prisiones haga efectiva la segunda amnistía. Vamos, que hay para llenar Colón y llegar hasta Atocha.

Casado no se quedará solo porque antes lo hará Vox, que nació de ese miedo. En todo caso, ya que se ha estrenado algo en la resistencia, debe aguantar hasta el final. O hasta donde quiera ceder el terreno a Vox sin reproches posteriores. Lo que se haga y diga en las campañas electorales sirve de poco pero la coherencia y la firmeza en torno a unas ideas suele premiarse. Si Génova insiste en que tiene líder es ahora cuando debería demostrarlo. Que no espere a unas elecciones que quizá no contemplan los demás.

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