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Javier Somalo

No estamos donde estábamos

No es de recibo que Rajoy intente borrar como si nada lo sucedido en la semana del gatillazo y en Valencia. ¿Qué escenarios vislumbra el presidente?

Está a punto de cumplirse el vigésimo aniversario del primer gobierno Aznar (marzo 1996), de minoría y con apoyo nacionalista, tras el famoso "Márchese, señor González". La campaña del cambio tras 14 años de socialismo se la hizo un tal Mariano Rajoy. Ahora son González y Aznar los que dicen "Márchese, señor Rajoy", eso sí, en retorcidas subordinadas y desde la madriguera. Lo que no parece cundir tanto es la misma petición dirigida a Pedro Sánchez, el otro bloqueo indiscutible, el secretario general que más ha hundido al PSOE, autor de su peor resultado y, probablemente, el líder político menos preparado de los últimos tiempos. No sé si el destino le reserva una sonrisa como le escupió Pablo Iglesias, pero bien merecería un sopapo político por creerse líder de PSODEMOS.

Y en estas estamos cuando vuelve a aparecer la corrupción. ¿Es casual la coincidencia de la Operación Taula con la segunda semana de negociaciones para formar Gobierno? El PP ya estaba imputado como partido cuando, desde Valencia, llega el hedor de un festín corrupto que, según los propios populares, lleva tanta levadura que puede desbordar el horno de Génova. Se dice que la trama era conocida hace tiempo y que se guardó para que no asomara en plenas elecciones. Supongo que, de la misma manera, podría haberse escondido para que no afectara a la formación de gobierno. Las dos posibilidades son igual de perversas y reflejan la promiscuidad entre el Poder y la Justicia en España, delito inaugurado por el PSOE de González y Guerra y sostenido por el de Zapatero y el PP de Aznar y Rajoy, con el impulso traidor de Gallardón, que juró reconducirlo pero lo llevó más allá. En esto vuelve a ser el Rey el que mejores ejemplos ofrece al emitir un comunicado inmediato de respeto a la independencia de la Justicia en cuanto llegó la noticia de que Botín se llevó a la tumba la doctrina con su nombre y así la infanta seguirá en el banquillo. Mejor postura no se puede tener en Palacio para afrontar la segunda semana de intentonas. ¿Qué están haciendo los demás?

Rajoy se presentará ante el Rey con novedades: tiene más corrupción en su partido que en la última visita y se enfrenta al precedente inflexible de Felipe VI con el caso que sienta a su hermana ante el juez. La camarilla pre-abdicación que se citó con Juan Carlos de Borbón para buscar salidas al escándalo no tiene cuentas pendientes con este Rey. A todo ello hay que sumar el primer rechazo de Rajoy a la propuesta de investidura que este viernes trató de explicar, con afonía, a los suyos. "¿Por qué no fui? Porque era imposible ser investido. Y ahí –al Congreso– se va a ser investido y no a provocar que empiece un plazo de dos meses". Según el presidente en funciones, llegados a este punto, "estamos donde estábamos el 20 de diciembre". Mentira. Estamos muchísimo peor y no es de recibo que intente borrar como si nada lo sucedido en la semana del gatillazo y lo acaecido en Valencia

¿Cuáles son los escenarios que vislumbra el presidente? Sólo contempla un gobierno presidido por él, ya sea "en solitario" o con Ciudadanos y el PSOE, opción que califica como "la más sensata". La operación PSODEMOS, la tacha de "disparate" –siempre se queda corto cuando adjetiva el desastre– y, por último, la repetición electoral, que "no es buena para España" por ser "la constatación de un fracaso", como tantos otros, habría que añadir. Dicho esto, y adoptando su habitual gesto despreciativo, habló de "especulaciones" que se han oído por ahí como esa que insinuaba una abstención del PP, "o que íbamos a poner a no sé quién…".

Volviendo al hieratismo compostelano y arrugando la nariz para ajustarse las gafas sin tocarlas, zanjó: "Pocas bromas". Pero si alguien se inventó a "no sé quién" fue el propio "no sé quién", que jamás tuvo bastante con la cartera de Exteriores y quiso ser embajador de España en Cataluña, canciller en cap, Padre de la inédita Constitución postcrisis y elefante blanco de un gobierno de salvación nacional. Y todo ello lo hizo correr como la pólvora "no sé quién", íntimo amigo de Rajoy, por palcos y mentideros. Así que, pocas bromas.

En cuanto a las "especulaciones" sobre una abstención del PP a una alianza de PSOE y Ciudadanos, es evidente que la rechaza porque esa fórmula sólo cuaja si le quitamos un ingrediente: él. Pero, ¿quiso decir Rajoy que en caso de que la salida fuera la mencionada, su PP votaría en contra y nos abocaría a ese escenario electoral que, según su parecer, "no es bueno para España"? Así que no, no "estamos donde estábamos" y se hace muy difícil que el Rey proponga de nuevo la investidura de Rajoy.

Como el que "tiene la llave" –Rajoy dixit– es Pedro Sánchez habrá que mirar hacia Ferraz y lo que pueda ofrecer el Comité Ejecutivo del PSOE. Según la crónica de Ketty Garat, la petición de los suyos, sobre todo de Susana Díaz, al secretario general pasa por el pacto con Ciudadanos y la necesaria abstención del PP, posibilidad ya negada por el afónico Rajoy. Dice ahora el presidente que el obstáculo no es él sino Sánchez porque se niega a hablar con el PP y lamenta que jamás se "había visto en esa tesitura".

Si lo que parece una situación bloqueada vuelve a traducirse en una investidura fallida, habría que pensar lo que no está en los escritos: que el Rey disuelva y convoque elecciones sacando del aburrimiento a Patxi López. En ningún sitio se dice que no pueda hacerlo y tampoco la Corona se ha visto jamás en esa tesitura. Un Rey con su hermana en el banquillo ha de recibir, en segunda convocatoria, al partido de Bárcenas, Púnica y Valencia; al de los ERE –el mayor escándalo de todos y del que menos se habla–, a los que ya tienen nombrado al ministro de la administración plurinacional y a Albert Rivera, con su abstención disponible para echar a andar.

Ni mucho menos estamos donde estábamos. El que recibe está mejor; los que visitan, salvo Albert Rivera, cada vez peor.

En España

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