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Jesús Fernández Úbeda

El Congreso abochorna a Ucrania

Echenique dice que Abascal celebra la guerra porque evita "hablar de feminismo"; Rufián, que Borrell quiere prohibir la ensaladilla rusa. Un asco.

Echenique dice que Abascal celebra la guerra porque evita "hablar de feminismo"; Rufián, que Borrell quiere prohibir la ensaladilla rusa. Un asco.
Echenique entra este miércoles en el hemiciclo del Congreso. | EFE

Con su país invadido, bombardeado y mutilado por la tiranía de Putin, el encargado de la Embajada de Ucrania en Madrid, Dmytro Matiuschenko, escuchó este miércoles, en la sesión plenaria del Congreso, decir a Echenique que Abascal celebra "la guerra porque esto va a permitir que dejemos de hablar de feminismo", así como un chiste de Rufián sobre el Alto Representante de la UE y vicepresidente de la Comisión Europea: "Miren lo de Borrell, que está a punto de prohibir la ensaladilla rusa en Bruselas". El diplomático fue testigo de cómo algunos diputados de Unidas Podemos, partido que cogobierna, se ahorraron el aplauso cuando Sánchez anunció que "España entregará a la resistencia militar ucraniana material ofensivo", y también de cómo dos ministras, Irene Montero y Ione Belarra, no se levantaron, a diferencia del resto de miembros del Ejecutivo, cuando el presidente terminó su discurso. Va mi máximo reconocimiento hacia Matiuschenko: en su lugar, yo hubiera vomitado varias veces o, cuando menos, me hubiera pirado del hemiciclo.

Sánchez lamentó los "ecos totalitarios" y las "fantasías imperialistas" de Putin y saludó a Matiuschenko, quien recibió una larga ovación parlamentaria, con todos los diputados en pie. El presidente subrayó que "lo que está en juego es la fortaleza de la UE": "Putin teme a Europa porque teme a la democracia. Por eso ataca a Europa". Dos días después de descartar en TVE el envío directo de armas a Ucrania, el líder del Ejecutivo proclamó que España mandará "material ofensivo" a la "resistencia militar ucraniana" –a este ritmo, igual mañana anuncia que resucita a la División Azul–. El bandazo descolocó a la oposición: a Cuca Gamarra le trajeron papeles nuevos; Abascal no paró de conversar con Espinosa de los Monteros y de tachar y tomar apuntes. El coautor, o lo que sea, de Manual de resistencia remató su intervención con todos sus ministros ¡fiiiirmes, arrr!, excepto las titulares de las carteras de Igualdad y Trabajo. Ésta última, de hecho, abandonó el hemiciclo para declarar a la prensa que no comparte la decisión del Gobierno al que pertenece: "Una escalada bélica no va a resolver el conflicto".

Cuca Gamarra recibió el plasplás de los suyos con retardo. Trastabillada, la portavoz del PP condenó la "brutal, ilegal e injusta invasión que ha sufrido el pueblo de Ucrania" y pidió "redoblar nuestro compromiso con la OTAN". Exigió a Sánchez que concrete el asunto del "envío de material ofensivo" e indicó que su partido es más fiable que Podemos, señalando los "planes de entreguismo a Putin de la señora Belarra y las críticas a la OTAN de Garzón". Abascal, por su parte, volvió a ejercer de líder de la oposición. Tras saludar a Matiuschenko –"Está en su casa. Al margen del debate parlamentario que haya aquí, estamos con su pueblo y con su Gobierno"–, sacó su AK-47 –verbal, quiere decirse– y apuntó al presidente: "Lo que ha dicho es irrelevante. (…) No han sido ustedes un ejemplo de unidad: incluso una parte de su Gobierno se ha negado a aplaudir".

El macho alfa de Vox nombró a los diputados que son miembros del Grupo de Puebla, o sea, a Adriana Lastra, a Gerardo Pisarello y a Enrique de Santiago, amén de las ministras Ione Belarra e Irene Montero, y les acusó de ser "cómplices directos de esta agresión directa a Ucrania". "Usted y su Gobierno no son fiables, no son creíbles y no son respetables", continuó Abascal, quien agregó que el Ejecutivo "quiere estar y está en dos sitios a la vez: con los agresores y con los agredidos. Con Putin y con la OTAN". Después, le arreó un par de palos a la Comisión Europea, pidió exigir a la OTAN "que ponga bajo su paraguas a las ciudades de Ceuta y Melilla" y reclamó, una vez más, la dimisión de Sánchez.

Acto seguido, Echenique comenzó su intervención diciendo que "es un reto hablar tras el emisario de Putin en España" y lamentando la "injustificable agresión bélica" rusa. El pero se anunciaba con redoble, y llegó, cómo no, con una reclamación de "las vías pacíficas" y una zurra a la OTAN, que "no son ningunas hermanitas de la caridad". Tras demandar "que se retiren las tropas de Ucrania lo antes posible", sin aclarar a qué tropas se refería –con esta gente, nunca se sabe–, el portavoz podemita lamentó el envío de armas a la, insisto, Sánchez dixit, "resistencia militar ucraniana": "Pensamos que el envío de armas, lo haga España o lo haga otro país, es un error. Porque no es eficaz para acabar con el conflicto". Después, siguió soltando bilis contra Abascal, de quien afirmó que "ha venido a celebrar la guerra porque esto va a permitir que dejemos de hablar de feminismo", y añadiendo que "es evidente que el partido de Putin en España es Vox". Los diputados de esta formación, literalmente, se descojonaban.

Después, Rufián hizo el chiste ya referido –paso de repetir semejante sandez– y cargó contra el presidente ruso, "un Románov", y contra la Alianza Atlántica, "el delegado comercial de EEUU en Europa". Con la portavoz de Junts per Catalunya, Míriam Nogueras, reconozco que me sucedió lo que a Homer Simpson viendo la película cometarros de los Movimentarios, y me pregunté si la policía sabía que los de asuntos internos le tendían una trampa. Sé que pidió "menos Borrells y más Von der Leyens", mas, lo juro, y mil disculpas por ello, desconecté totalmente. Por salud mental. Además, Edmundo Bal exigió a Abascal que pida disculpas por el apoyo de los líderes de Vox en Ceuta a Putin, criticó la tibieza de los ministros podemitas y pidió a Sánchez que los echara del Gobierno. Hoy no, mañana, que diría el amigo Mota. Ana Oramas y Sergio Sayas estuvieron muy cabales. Y poco más.

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