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José Aguilar Jurado

La huelga educativa y los tópicos

Conviene dejar sentadas un par de cosas. Primera: la Ley Wert (la Lomce) es mala. Segunda: lo que hay actualmente (la LOE) es peor.

Conviene dejar sentadas un par de cosas. Primera: la Ley Wert (la Lomce) es mala. Segunda: lo que hay actualmente (la LOE) es peor.

Conviene dejar sentadas un par de cosas antes de empezar este artículo. Primera: la Ley Wert (la Lomce) es mala. Segunda: lo que hay actualmente (la LOE) es peor.

Desde luego, si en España disfrutáramos de una enseñanza decente, la implantación de la Lomce justificaría huelgas, algaradas, encierros, manifestaciones y desobediencia civil. Pero todos sabemos que la situación no es esa. El nivel de la enseñanza en España ha ido bajando sin parar desde desde los años 90 del siglo pasado. Y aquí suele repetirse el primer tópico: "Hay demasiados cambios legislativos", "cada Gobierno implanta su ley de educación, y con esa falta de continuidad es imposible trabajar". Falso. El año 1990 se aprobó la Logse, y desde entonces no ha habido más que pequeñísimos cambios. El PP de Aznar se tragó la Logse durante una legislatura y, ya en la segunda, elaboró -tarde y mal- la llamada Ley de Calidad (LOCE), que fue abortada en 2004 por el PSOE antes de que entrara en vigor. El Gobierno zapatético, en tiempo récord, creó la LOE, que no es más que la Logse con otro nombre (la Logse 2.0, que dice un amigo mío).

Por lo tanto, los planteamientos fracasados de la Logse siguen en vigor. Plenamente. De forma recalcitrante. Eso sí, para colmo, las taifas autonómicas han hecho sus propias leyes educativas, que no contradicen los principios progres de la LOE, sino que, amparadas en ella, se dedican a promover particularidades disolventes y a diseñar paraísos totalitarios de aldea. Por ejemplo, Andalucía tiene la LEA (Ley Andaluza de Educación), un bodrio infecto que no sirve para nada, salvo para inundar en fárrago la legislación en esta materia. Y luego están los reglamentos, también de carácter autonómico, que proyectan sobre las aulas toda suerte de inmundicias ordenancistas y analfabetas.

Pero la Ley Wert no va a acabar con la basura existente. Y no lo va a hacer por dos razones: la primera, porque su articulado asume bastantes de los grandes principios de las leyes anteriores (la Lomce es un paripé en el que no cree ni el propio ministro, que se las ha tragado dobladas durante la elaboración). Y la segunda, porque un Gobierno que es incapaz de hacer cumplir las leyes ya existentes (por ejemplo, para que los españoles puedan escolarizarse en español), ¿cómo piensa aplicar esta, que ya varios Gobiernos autonómicos han anunciado que van a desobedecer?

En esta situación, ¿a qué se debe la "huelga general educativa" convocada por una Plataforma Estatal por la Escuela Pública para la que se han unido, según dicen, los padres, los alumnos y los profesores? Pues he aquí el segundo tópico. "Los padres" no son los padres, sino la asociación de padres manejada por el PSOE: la Ceapa. "Los alumnos" no son los alumnos, sino el llamado Sindicato de Estudiantes, un tentáculo fantasmal del PSOE e IU, formado por unas cuantas docenas de repetidores recalcitrantes que repiten consignas revolucionarias. Y “los profesores” no son los profesores, sino los sindicatos del pesebre y sus satélites más o menos minoritarios y extremoizquierdistas.

Es decir, esta huelga es más de lo mismo. La convoca una Plataforma "Estatal". No "Nacional". Noooo. No "Española". Noooo. Plataforma “Estatal”. Que nadie vaya a pensar qué. Y ese adjetivo ya configura la situación: la izquierda y los nacionalistas contra el PP. Como siempre. Un numerito más en el espectáculo político español. Una escenificación callejera (¡y mediática!) más para quitarle legitimidad al Gobierno del PP, que, pobrecito, ya se la quita él solo sin necesidad de que lo empujen.

Por supuesto, los organizadores de estos festejos reivindicativos tienen sobrada experiencia para conseguir que la movida les salga bien. O para que parezca que les ha salido bien, que es de lo que se trata. Evidentemente, la huelga de alumnos es fácil de promover. Sencillísima de manipular. Chupada de conseguir. Se grita "¡Huelga, huelga!" en el pasillo de un instituto (y no digo nada si se hace en una facultad universitaria), y la muchachada se suma alborozada a la movilización. No hay clase. A la calle. Cómo mola.

Además, en este cacosistema educativo que hemos ido construyendo desde los 90, al progresismo español taaaaan defensor de la "educación pública y gratuita" no le importa gran cosa que los alumnos pierdan clases. Y ciertamente, de según qué profesores, casi mejor perdérselas.

Por supuesto, si hay huelga de alumnos ("¡Huelga, huelga!") el éxito de la convocatoria está garantizado. Los profesores ni siquiera tendrán que sumarse formalmente a ella, y podrán cobrar sus sueldos por echar una mañanita de charla en la sala de profesores. Con o sin camiseta verde. Y de los padres, qué vamos a decir. Si lo de "huelga de alumnos" es un absurdo (este es el tercer tópico: los alumnos no son trabajadores, sino usuarios de un servicio público, por tanto, no pueden hacer huelga), ya me dirán ustedes cómo se hace una "huelga de padres". O de "padres y madres", que es lo políticamente correcto.

Manipulación, algarada, demagogia y espectáculo mediático por parte de la izquierda (que se ha hecho fuerte entre el funcionariado de la enseñanza), frente a pusilanimidad, incompetencia y astenia ideológica por parte del PP. Y esto se repite, mutatis mutandis, en lo de la sanidad, en lo de los desahucios, en lo del desafío secesionista... en todo.

Qué triste.

En España

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