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José Bastida

Arrimadas, mujer coraje

El nivel de insulto, vejación verbal y barbarie de la manada "catanazi" llegó a su máxima expresión en la reciente visita que hizo Inés Arrimadas, líder de Ciudadanos, a Canet de Mar, localidad barcelonesa de 15.000 habitantes cuya alcaldesa prohibió un acto del partido en el pueblo. La misma situación de intolerancia, intimidación y linchamiento en grado de tentativa pasó antes en Vic hace unas semanas. Estos hechos contra la líder "ciudadana", reiterados en toda Cataluña, son constitutivos de delitos graves contra el honor y el libre ejercicio de la libertad de expresión y opinión política.

En consecuencia, el Estado debería actuar para garantizar los derechos de una mujer coraje que, además, ha ganado las últimas elecciones con 1.102.099 votos. Pero la Fiscalía no actúa de oficio, ni tampoco los poderes del Estado se manifiestan para restaurar la democracia y la convivencia. Por su parte, los colectivos llamados feministas que son, en esencia, sectas de extrema izquierda o pijerío progre socialista, permanecen insensibles al acoso criminal a una mujer valiente y luchadora por las libertades.

Esta misma situación pasó en Vascongadas con otras mujeres coraje como María San Gil o la exalcaldesa de Lizarza Regina Otaola, ahora exiliada. El PP las abandonó a su suerte; como hizo en Galicia, donde una persona que pelea por la libertad lingüística y contra el adoctrinamiento, Gloria Lago, es víctima de las manadas nacionalistas desde hace muchos años. Feijóo nunca ha tenido un gesto de apoyo a esta mujer coraje y a su organización Galicia Bilingüe. Más bien al contrario. Todos los partidos establecidos en la falsa y cínica "pax autonómica" odian que estas activistas denuncien la situación de falta de libertades. A todos ellos y a sus manadas les incordian las denuncias porque atentan contra su estatus de clase extractiva al amparo de un poder sectario y liberticida.

La banalidad del mal se impone en muchas zonas donde, sencillamente, no rige el Estado de derecho. Ayuntamientos gobernados por antisistemas de ideología supremacista y nacionalcomunista imponen con sus huestes de matones el terror psicológico y la llamada "violencia de baja intensidad", que así definen estos delincuentes los acosos para no crear situaciones que los puedan incriminar en delitos penales. También utilizan el lenguaje para desvirtuar el testimonio reivindicativo; y al manipularlo intentan convertir a la víctima en provocadora, tal como hacen los catanazis y socialistas con la líder de Ciudadanos.

En pleno siglo XXI, España se ha convertido en un territorio de taifas, dominado por mafias políticas de ideología totalitaria y tribal, instaladas y alimentadas por el presupuesto, que rechazan una sociedad abierta y emprendedora. Mujeres como Arrimadas desempeñan un papel histórico en la lucha por las libertades civiles frente a un Estado y poder autonómico decadentes e irracionales. Afirmaba el poeta Giacomo Leopardi que "a los que hablan del mal se los trata peor que a los que lo hacen".

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