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José García Domínguez

Las encuestas mienten con Podemos

Ninguna encuesta está reflejando el definitivo tiro de gracia que para los de Iglesias podría suponer la irrupción a escala nacional de Errejón si no se avienen a pactar, y con enorme humildad, con Sánchez.

Ninguna encuesta está reflejando el definitivo tiro de gracia que para los de Iglesias podría suponer la irrupción a escala nacional de Errejón si no se avienen a pactar, y con enorme humildad, con Sánchez.
EFE

Las encuestas electorales, es sabido, siempre mienten a favor de quien las paga. Emilio Romero, uno de aquellos célebres mamuts de la prensa franquista, pronunció en un inopinado rapto de sinceridad corporativa cierta frase legendaria: "Yo nunca me vendo, yo solo me alquilo". Y a los profesionales patrios de la demoscopia, del ínclito Tezanos para abajo, les pasa lo mismo. Ellos sólo se alquilan. De ahí que alguna prensa madrileña empeñada ahora en apretarle las tuercas a Rivera, pero solo los días impares y las fiestas de guardar, haya conseguido el aval de los encuestadores para poner en circulación esa especie peregrina, el bulo de que el setenta por ciento, nada menos que el setenta por ciento, de los votantes de Ciudadanos discrepa de la estrategia de pactos seguida por su partido. Obviamente, una trola más grande que la catedral de Burgos. A las encuestas, igualmente es sabido, les pasa como a la poesía del pobre Gabriel Celaya: también son armas cargadas de futuro.

De un futuro tan inmediato como bien pudiera ser el próximo mes de noviembre, si es que Sánchez no logra consumar ahora. Por lo demás, sesgar el resultado de una de ellas es empresa tan sencilla como abstenerse de realizar ciertas preguntas a los encuestados. No hace falta manipular ni cocinar, ese palabro tan inelegante, los resultados. Basta simplemente con no interrogar a la muestra sobre algún aspecto que el encargado de diseñar el cuestionario sabe relevante pero, no obstante, decide omitir. Así, por ejemplo, la totalidad de las catas demoscópicas que se vienen publicando en paralelo al proceso negociador para la formación de Gobierno. Unas encuestas, tanto las oficiales el CIS como las privadas sufragadas por empresas periodísticas, donde se deja entrever, demasiadas veces con el necesario auxilio de algún titular exagerado que no se compadece con los datos, que una repetición electoral penalizaría un poquito a Podemos, pero solo un poquito.

Pues, por lo visto, todo el mundo en España es conocedor de que Errejón ha protagonizado una triunfal escisión en Podemos que le ha llevado a superar los resultados de su antigua formación en la Comunidad de Madrid. Todo el mundo, menos las empresas de encuestas electorales, que no parecen mostrar el menor interés por preguntar sobre ese asunto a los eventuales votantes de Podemos. Porque tampoco es precisamente un secreto de Estado que el segregado Errejón ya tiene avanzada a estas horas la extensión territorial de su plataforma política, Más Madrid, al resto de España. De ahí que cuando los grandes medios de prensa sacan la cimitarra editorial con intención de acongojar a esta o aquella sigla se insista casi por norma en señalar, junto con Podemos, a Ciudadanos y a Vox como los potenciales damnificados de una repetición electoral. Por alguna razón que reconozco se me escapa, ninguna encuesta está reflejando el definitivo tiro de gracia que para los de Iglesias podría suponer la irrupción a escala nacional de Errejón si no se avienen a pactar, y con enorme humildad, con Sánchez. Pero con enorme humildad. Y lo de los ministros, ni soñarlo.

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