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José García Domínguez

Vamos a contar mentiras (y 4)

El del expolio es un cuento chino sin otro soporte que la deshonestidad intelectual de quienes lo propalan. Tan simple –y obsceno– como eso.

El del expolio es un cuento chino sin otro soporte que la deshonestidad intelectual de quienes lo propalan. Tan simple –y obsceno– como eso.

Un clásico del catalanismo político de ayer, hoy y siempre: "Espanya ens roba!". Expresión canónica de un mantra que igual se presta a algunas versiones edulcoradas por el posibilismo filisteo de secular tradición en la plaza. Es entonces cuando irrumpe en escena el célebre "déficit fiscal". Un horrible maltrato tributario nunca visto en país alguno, según claman con voz entrecortada por la indignación moral los que denuncian el "expolio". Y razón no les falta en eso de que es algo nunca visto. Pues nadie ha visto jamás porcentajes referidos a naciones distintas que acreditasen la veracidad de acusación tan grave.

No hay datos internacionales. No hay estadísticas comparativas. No hay equivalencias numéricas con otros territorios próximos o lejanos. No hay nada salvo palabrería huera y lloriqueo victimista. Sépase que el tan descomunal e insólito déficit fiscal de Cataluña es único en el mundo... porque lo dice Artur Mas. Ahí empiezan y acaban las evidencias documentales de esa extravagancia confiscatoria. Y es que un principio elemental de la lógica ordena que la carga de la prueba ha de recaer sobre quien realice la afirmación. Algo que no se da en el cuento del expolio. Si Cataluña resultara ser objeto de un inadmisible acoso recaudatorio a cargo de la voraz entelequia parasitaria conocida por Madrit, deberían ser sus sufridas víctimas las encargadas de acreditar tal desafuero.

Huelga decir que no lo hacen debido a la muy prosaica razón de que se trata de un camelo. Por mucho que lo repitan a diario los aventajados discípulos locales del doctor Goebbels, Cataluña no sufre expolio fiscal alguno a cargo del resto de España. El suyo es un territorio, como tantos otros similares en Europa, afectado por las asimetrías de renta comunes a los grandes Estados. Nada ofrecen de particular sus flujos fiscales: son de una prosaica normalidad en el sentido estadístico del término. En consecuencia, espere sentado el lector a que Sala i Martín, por citar al secesionista más celebrado por los simples de la Meseta, aporte una sola prueba, una única y mísera reseña cuantitativa que avale esa charlatanería falaz. El del expolio es un cuento chino sin otro soporte que la deshonestidad intelectual de quienes lo propalan. Tan simple –y obsceno– como eso. 

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