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José T. Raga

Con o sin, cese inmediato

No perdamos el tiempo con Pactos de la Moncloa sí o Pactos no, pero, de forma inminente, cese del Gobierno, para el bien de España.

La discusión de rediseñar unos Pactos de la Moncloa ha dejado de tener interés, al menos para mí, fundamentalmente porque ni por asomo existe en este momento. Además, ya tenemos un pacto como referente supraconstitucional: el de Sánchez-Iglesias.

¿Alguien ve a un Fuentes Quintana dispuesto a la tarea? Aquellos pactos fueron aprobados el 27 de octubre de 1977 por todo el Congreso de los Diputados –menos un voto–, y refrendados por el Senado al día siguiente.

¿Por qué aquello sí fue y no lo sería ahora? Por razón de liderazgo. Sólo los muy tontos piensan que líder es el que cosecha votos; un influencer sin ideas, pues, parafraseando a Margaret Thatcher, si tuviera una le estallaría la cabeza.

De aquí mi propuesta, que es muy simple: no perdamos el tiempo con Pactos de la Moncloa sí o Pactos no, pero, de forma inminente, cese del Gobierno, para el bien de España. ¡No saben hacer nada!

El mismo que pasó por la vergüenza –aunque no estoy seguro–, por el fiasco de los tests chinos, que para nada servían más que para gastar dinero, importa ahora mascarillas, también de China, aunque de un español condenado por estafa.

Qué más da, de todos modos, las iba a regalar en el metro, advirtiendo de que no sirven para evitar el contagio a quien la lleva, aunque sí de quien la lleva; eso, estando en buenas condiciones.

Desde esa incapacidad manifiesta para hacer las cosas normales –no se pide más–, sí saben incautarse de tests homologados, legítimamente adquiridos por una empresa para sus empleados. Eso es comunismo puro –aspiración de algunos– o un canto al bolivarianismo del "¡exprópiese!" del difunto Chávez.

Por si faltaba algo en lo de gobernar, a esas incautaciones, que nos molestan cuando las hacen otros, añaden el intervencionismo a troche y moche; simplemente, intervenir para demostrar que mandan.

¿Será un homenaje al primo de zumosol, que todo lo podía? Intervenir en lo fácil, en los precios; no en garantizar las fuentes de suministro o, simplemente, el abastecimiento de un bien en casos de necesidad.

La pandemia que estamos sufriendo, una política de decir y desdecirse, es un ejemplo de lo que no se debe hacer –excluyo la exquisita atención médica que se está prestando, reforzada por voluntarios y jubilados–; lo que nos lleva a aprender hoy que el foco privilegiado de contagio es el hogar. ¡Sí, señor, acabe usted con los hogares, lo único que nos queda!

Nos han obligado a quedarnos en casa, ni en la calle, ni en el colegio, ni en la empresa ni… Los cuerpos policiales lo hacen efectivo auxiliados de drones, de helicópteros o, como primitivamente, de vehículos rodantes.

Otros, explotando a los pobres –nunca les han preocupado los pobres–, siembran semillas consistentes en medidas de complacencia y electoralismo, por si lo del cese inmediato de mi propuesta tuviera un final feliz.

No teman, porque quien tendría que decidirlo no encuentra otra alternativa mejor.

En España

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