Menú
José T. Raga

Cuando la ingenuidad es pecado

La agresión rusa sólo la podían ignorar los ingenuos dialogantes o los malvados.

La agresión rusa sólo la podían ignorar los ingenuos dialogantes o los malvados.
El personal del servicio de emergencia ucraniano trabaja fuera del edificio del ayuntamiento dañado tras los bombardeos, en Jarkiv (Járkov), Ucrania. | Gtres

¿Es posible que la ingenuidad llegue a ser pecado? Sí; cuando causa víctimas, ruina personal o económica y, en general, cuando genera conflictos de cualquier especie.

Escribo estas líneas, con toda humildad, cuando están lanzándose artefactos explosivos, misiles, bombas que matan a nuestros hermanos, los ucranianos, o acaban con sus bienes y oscurecen sus vidas, vividas para serlo en libertad. Ante todo, mi condolencia con el pueblo que sufre, mi repulsa a los agresores y a las interpretaciones de los comunistoides recién llegados al comunismo sin siquiera polvo en los zapatos.

Por sus mensajes, parece que hablan de un fenómeno atmosférico, sustituyendo lluvia por proyectiles y carros de combate, caídos sobre Ucrania como podrían haberlo hecho sobre cualquier otro lugar, sin participación humana. La cosa es bien diferente: es un ataque armado unidireccional de Rusia contra el pueblo de Ucrania, que vivía pacíficamente, aunque con un vecino peligroso.

Por eso, por muy comunista que se sea, no se puede obviar lo que está ocurriendo, salvo que se haya dejado de ser persona, aunque todo es posible. De todos modos, nada sería de extrañar.

Comunismo es, esencialmente, violencia. Léanse –es muy breve– el Manifiesto del Partido Comunista (Marx y Engels, 1848) y comprobarán que todo lo ocurrido históricamente se debe, y sólo se resuelve, por la violencia. Sin embargo, nuestros comunistas, los de aquí y de hoy, simulan ser los apóstoles del diálogo. Por el diálogo, las partes buscan la avenencia, no siéndolo cuando falte la intencionalidad.

En este escenario, la ingenuidad, la candidez –entendida como simpleza y poca advertencia– será su coste. Ucrania está sufriendo los efectos del pecado de candidez, de políticos y gobernantes por un empeño que nunca estuvo en la otra parte: el diálogo.

¿Han pensado qué es Rusia? Cuando los estudiantes se iniciaban en Economía con Samuelson-Nordhaus, recordaban después ejemplos que se han hecho famosos. Un caso siempre presente era el de la elección productiva entre fines excluyentes: cañones y mantequilla. Rusia optó por los primeros, aunque la población pasara hambre como pasó. Hoy, un país de grandes riquezas naturales, cómo vive con tantas carencias. En el año 2019 los españoles tuvimos un ingreso por habitante de 40.975 dólares USA, mientras que Rusia, con todas sus riquezas, alcanzó los 26.157, menos que Bulgaria y algo más que la mitad de España; además, con mayor desigualdad que nosotros.

Y, tratándose de elegir, aprendan: en España el gasto público en educación –sin contar el privado– es 11,6 veces mayor que el gasto en defensa, mientras que en Rusia –sin educación privada significativa– el gasto en educación es sólo 1,7 veces mayor que el de defensa. La opción es clara: cañones frente a educación, como diría Samuelson.

O sea, misiles en la sopa y déficit educativo. Como para confiar en el diálogo. Sí al diálogo, pero la agresión rusa sólo la podían ignorar los ingenuos dialogantes o los malvados.

Temas

En Internacional

    0
    comentarios