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'LA NOCHE DE LOS MIL DÍAS'

Madrid en guerra: todos fueron 'los otros'

Una vez escuché a Julián Marías decir que uno de lo peores resultados de la Guerra Civil fue la despersonalización del otro, su deshumanización. En un momento determinado, los españoles dejaron de ver a su vecino como alguien con nombre y apellidos, trabajo, familia, virtudes, defectos, sueños y frustraciones: se había convertido, simplemente, en un republicano, un nacional, un facha, un rojo, un tibio, un emboscado...


	Una vez escuché a Julián Marías decir que uno de lo peores resultados de la Guerra Civil fue la despersonalización del otro, su deshumanización. En un momento determinado, los españoles dejaron de ver a su vecino como alguien con nombre y apellidos, trabajo, familia, virtudes, defectos, sueños y frustraciones: se había convertido, simplemente, en un republicano, un nacional, un facha, un rojo, un tibio, un emboscado...
Julián Marías.

Quizás ésa fue la mayor tragedia de una guerra que oficialmente comenzó el 18 de julio de 1936 y acabó el 1 de abril de 1939, pero que, en realidad, para muchos de los que la vivieron, se inició mucho antes y terminó mucho después.

Rafael Sánchez-Girón Blasco tenía seis años cuando se sublevó el ejército de África. Aquel verano lo pasaba con unos familiares en un pueblecito de Ávila. Ahora vive en Madrid, donde se instaló en cuanto callaron las bombas. Ha cumplido los ochenta, buen momento, pues, para contar su versión de lo que pasó en esos larguísimos tres años.

La noche de los mil días es una novela, sí, pero no es ficción. Está tan llena de vida, sus personajes son tan reales y sus historias tan cercanas, que será difícil que un español no reconozca aquí el relato que le hizo en su día tal o cual pariente, un vecino, un amigo. Sánchez-Girón no vivió esa guerra en Madrid, pero su infancia y su juventud estuvieron llenas de historias, anécdotas, chismes, fotos y objetos que le ataban a lo que había ocurrido en la capital de España entre 1936 y 1939. Con todo eso ha escrito la primera novela de su vida, la novela de la de todos aquellos que llenaron su memoria.

De esos aquellos ya no queda casi ninguno; quizá por eso ha decidido don Rafael escribir este pequeño homenaje a su ciudad y a sus vecinos. Y es que, como Julián Marías, don Rafael sabe que los que allí vivieron esos mil días no eran sólo fachas o rojos, comunistas o falangistas, católicos o ateos, ricos o pobres... Eran los habituales de la tertulia de La Mallorquina, en la que se mezclaban republicanos de pro con beatos de misa diaria. Eran gentes como Víctor Furió, que trabajaba en ABC hasta que el diario se vio anegado por la versión oficial, que no admitía medias tintas. Eran los Ferrer, que tenían un almacén de paños en Atocha hasta que la propiedad privada pasó a ser sospechosa. Eran la Resu, Custodio y Sandalio, que creyeron en una revolución que les sacaría de una vida que quizás no era tan mala. Eran jóvenes como Saúl, buscando el amor en los pocos días de permiso que le daba la milicia...

Alguien dirá que la novela es coral, o que el personaje principal es Madrid. Lo cierto es que, por debajo de esta sucesión de imágenes sueltas, de historias que se entrecruzan y de lugares familiares, está la vida de los habitantes de esa ciudad que fue. Cada lector pondrá su personaje principal, e igual se decanta por alguno que no salga en estas páginas...

Eso sí, no esperen encontrar aquí grandes heroísmos, tampoco grandes miserias. Quien quiera hallar la confirmación de lo malvados que fueron "los otros", sus otros, se decepcionará. Ni fueron las cosas así, ni el autor quiere seguir esa senda. Las decenas de personajes viven en busca de algo que comer, de un trozo de tela con que abrigar a los suyos, de una brizna de cariño con que pasar un invierno frío, entre bombazos, noches sin luz, paseos, partes oficiales, emisiones clandestinas centradas en los sucesos del frente...

El autor nos muestra todo esto con el lenguaje que utilizaban los que lo vivieron. El esfuerzo en la recreación de la época es notable. Palabras olvidadas, expresiones en desuso, objetos de museo vuelven a nuestras vidas a través de una prosa elaborada, antañona, detallista. Sánchez-Girón quiere hablar como lo hacen sus recuerdos y lo consigue. En su viaje, baja a la jerga del obrero sin estudios y sube a la del periodista culto en la misma página. Nos acercamos así, como si lo viéramos en una foto antigua, a un Madrid que fue y nunca más será.

Estas páginas están pobladas por unos personajes que ya son nuestros. Y todos ellos, los buenos, los malos y los regulares, nos recuerdan que lo que ocurrió en aquel entonces no fue sólo culpa de "los otros"; todos fueron "los otros". Novelas como ésta servirán para recordarnos que el de enfrente no es sólo una idea política, sino sobre todo un ser humano. Si todos lo hubieran recordado en su momento, esa noche que duró mil días podría haber sido mucho más corta.

 

RAFAEL SÁNCHEZ-GIRÓN BLASCO: LA NOCHE DE LOS MIL DÍAS. Akrón (Madrid), 2010, 516 páginas.

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